En mi casa no entra un gato

Nos cuenta las aventuras y desventuras de Pedro, un solitario que por influencia social acaba adoptando a Mïa, una gatita blanca sin sospechar que su vida cambiará y desconoce hasta que punto.
Desde la llegada a casa, de la cual, como no, se hace dueña, sus primeras visitas al veterinario, la compra compulsiva de juguetes, su primera cama, que iluso, como si no fuera a dormir donde ella quiera, sus primeros «accidentes» caseros.
Destacar que cada episodio comienza con unas frases célebres que son auténticas perlas de «sabiduría gatuna».
Me lo he pasado genial, hacía tiempo que no me reía tanto con un libro, sobre todo con los mensajes que Pedro intercambia con su amiga Vero, experta en gatos.
Seguramente estoy muy influenciado desde que hace unos meses una gata callejera decidió adoptarme, y no, no es un error de escritura, ella decide cuando entrar en casa, cuando pasarse el día durmiendo en mi sillón preferido para ver la tele y cuando, al hacerse de noche, salir de expedición por el barrio. Siempre fui más de perros que de gatos y ahora, como Pedro, me veo hablando con una amiga, ella sí amante de los felinos, sobre qué y cómo hacer para que me haga caso, no puede evitar reírse, como si eso fuera posible, así que ya lo sabéis, amantes de los gatos o primerizos, si queréis pasar un buen rato no dejéis de leer las aventuras de Pedro y Mía.