Thérèse Raquin

Thérèse Raquin de Émile Zola. Mi primer acercamiento a Zola no ha podido ser más perfecto. Ambientada en el París menos glamuroso, más sórdido y oscuro, nos encontramos con Thérèse, su primo y posterior marido Camille y la madre de éste. Thérése vive una vida aburrida, monótona, que no le llena y no le gusta en absoluto. Pero un día, eso cambiará cuando Camille traiga a casa a un compañero de trabajo Laurent, quedándose ésta obnubilada con él. A raíz de este despertar, se suceden una serie de acontecimientos trepidantes, contados poco a poco y sin parar, pero, muy sosegadamente. No puedes parar de leer. Pese a que Zola describe todo muchísimo, no se hace pesado, es más, te hace meterte en la historia, en la tienda, en las calles de Paris y lo más importante, te hace meterte en la mente de los personajes, sabes todo de ellos, lo bueno y sobre todo, lo malo. Parece que el punto álgido va a ser el plan que crean Laurent y la protagonista, pero no, Zola, le da la vuelta y te hace ver que hay algo más allá, que la historia no va a ser lo que tú te crees, su objetivo es otro, que veas, sientas y reflexiones sobre otras cosas, otros sucesos. Y el final es gloria bendita.