La jauría

Aunque hace meses que lo leí, aún no había encontrado el momento para sentarme a escribir sobre “La jauría”, de Émile Zola, (segundo volumen de la saga “Les Rougon-Macquart”).

Como todo lo que he leído de este autor hasta ahora, “La jauría” me ha parecido otra obra de arte, a pesar de que reconozco que ha habido partes en exceso descriptivas que me han resultado un tanto densas, como las centradas en la especulación inmobiliaria, por ejemplo.

Sin embargo, nos encontramos ante una historia pasional, psicológica y emocional, ambientada en el frenesí, el lujo y la importancia de guardar las apariencias de la sociedad francesa del Segundo Imperio de Napoleón III.

La trama principal se construye a través de una historia que atrapa, con unos personajes cuya psicología está excelentemente plasmada, cuyas dudas, sentimientos y pasiones llegan al lector con gran intensidad a través de la excelente pluma del autor; pero si bien esta parte ha sido una auténtica delicia y ha cumplido con creces las expectativas que tengo al leer al autor, debo reconocer que este no me parece un libro redondo por esa otra parte excesivamente descriptiva que trata temas que, en mi caso, no me interesaban demasiado y me hacían desconectar del tema principal.

A pesar de esto, es innegable la maestría narrativa de Zola, la minuciosidad con la que crea sus personajes y sus ambientes, su don para crear imágenes y transmitir situaciones y sentimientos, lo que siente cada personajes, sus dudas, sus miedos, sus pasiones. Los protagonistas de esta historia (aunque tiene relación con la primera parte de la saga, puede leerse independientemente) forman un tándem perfecto en esta historia de males de amor y problemas familiares que mantiene en tensión y a la expectativa de principio a fin, que sorprende y resulta revolucionaria para la época en la que fue escrita.

Como ya he dicho otras veces en otras reseñas del autor, leer a Zola siempre es caminar sobre seguro, pues innegablemente posee un don. Es un autor magistral, sin lugar a dudas.