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Icono surrealista, diva, hedonista, musa, arisca, distante, amante de los hombres a los que amó, libertina, neurótica, religiosa… Es difícil escoger un solo adjetivo para definir a Elena Ivánovna Diákonova, popularmente conocida como Gala Éluard, primero, y Gala Dalí. Amada y odiada casi a partes iguales, después de leer “La intrusa, retrato íntimo de Gala Dalí” de @galaxia_gutenberg, puedo afirmar que Gala poseía un magnetismo único, lo que hacía despertar tanto devoción como rechazo. Tanto es así que mientras Lorca conectó con ella al instante de conocerse, Buñuel o Breton la detestaban. Fue en el sanatorio de Clavadel de Suiza donde conoció con 19 años a su primer marido, el poeta francés Paul Éluard. Casados desde 1917 y con una hija en común, Cécile, lo suyo fue un matrimonio a tres desde que conocieron al artista Max Ernst. Juntos viajaron a Cadaqués, donde conocieron a Salvador Dalí… y el resto, como se dice, es historia. Pero Gala siempre seguiría siendo “la intrusa”, como la denomina la autora en el libro. Su presencia nunca fue vista con buenos ojos en lo personal -los padres de Paul Éluard no la aceptaban y tampoco la familia de Dalí- y menos aún en los círculos artísticos -porque los dadaístas y surrealistas serían el culmen de la modernidad, pero eso de la inclusividad lo llevaban regular- y a Gala, francamente, le importaba un bledo: ella sólo quería ser autosuficiente y apoyar la obra de los tres hombres de los que se enamoró. Como ayudante, asistente, inspiradora y mejor amiga, Gala fue la mujer que estaba siempre al lado de un hombre, no detrás. Por eso, os recomiendo mucho este libro para quitarnos la fama infundada hacia la figura de Gala y conozcamos un poco quién fue la mujer a través de sus diarios y cartas de la época. Enlace: https://www.instagram.com/p/.. |
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