Diario de un vacío

Aquí me he encontrado con una obra compleja que, si no fuera por otras lectoras, no hubiera terminado de comprender y por tanto, de convencerme. Es una novela reivindicativa en su totalidad. Tenemos a Shibata, una mujer trabajadora a la que, por algún motivo adjudican tareas de limpieza, servir cafés, contestar al teléfono... tareas que no pertenecen al desarrollo del trabajo por el que está en la empresa pero las asume ya que si no, nadie lo hace. Todo gira en torno a esas tareas que ocupan su tiempo en el trabajo y su tiempo de ocio también ya que no le permiten salir nunca a su hora. Veremos cómo se las ingenia para librarse de ellas.
La autora juega con nuestra cordura durante todo el libro. A veces piensas X pero luego B. Todo es una completa locura pero adictiva, una locura que no te suelta y que debido a la corta extensión del libro, hace que lo leas en menos de 24h. No puedo decir mucho más sin destripar la trama por completo, lo que sí que os animo es a leerlo en lectura conjunta o en todo caso a comentarlo después con otros lectores ya que, como la mayoría de novelas asiáticas, te deja un final abierto en el que no terminas de comprender y, como me ocurrió a mí, dos cabezas piensan mejor que una y finalmente te das cuenta de que no sólo hay un tema principal, quizás hay dos. Puede que haya un trasfondo que en el momento del a lectura hayas pasado por alto pero si rememoras verás qué es lo que no te cuadra. Si no llega a ser por ese debate, tanto la una como la otra nos hubiéramos quedado sin entender en su totalidad la trama. Mi concepto de la historia mejoró sobremanera después de eso. Ahora puedo decir que es una obra maestra y que no es que juegue con el lector incluso en en final si no que hay que pensar, pensar mucho.