Diario de un vacío

Hacía tiempo que no leía un libro que me llevaba a Japón de una manera tan intensa. No al Japón refinado o bélico de siglos atrás; no al Japón que se rehace y sufre tras la Segunda Guerra Mundial. al Japón que vive y respira en la actualidad, mostrando una mirada desde el interior, enseñándonos las paredes que constriñen su sociedad.

‘Diario de un vacío' es una novela fresca y original a rabiar, que te saca risas, te desconcierta y te deja pensando no poco rato.

Shibata trabaja en una empresa donde es la única mujer. Un trabajo que no le desagrada en general, pero hay ciertos detalles que no puede soportar… Como creo que nos ha pasado a todos alguna vez, la suma de pequeñas cosas pequeñas se convierte en una gran montaña, y de repente explotas. Shibata lo hace de una forma muy particular, con una curiosa mentira: declara que está embaraza, cuando no lo está.

A partir de ahí, la seguiremos durante los nueve meses de falso embarazo. La premisa puede resultar cómica y chocante, como lo es todo el libro, pero el mensaje que subyace es sumamente potente, profundo e importante. Shibata con su mentira inicia una pequeña revolución, se levanta contra la norma y lo establecido en Japón a muchos niveles, no solo como trabajadora, también como mujer, como hija, como ciudadana. Un libro con construcción de la identidad, sororidad y supervivencia.

Una mujer que recupera su tiempo, ese bien preciado que el ritmo de vida actual le ha arrebatado; que reconquista la capacidad de decisión sobre su existencia, y toma fuerzas para seguir iniciando pequeñas revueltas que harán que no conciba nunca más volver atrás. Sorprendentemente, teniendo en cuenta el punto de partida, es una historia de empoderamiento (o así lo he interpretado yo).

Al tiempo, pone de sobre la mesa una de las grandes lacras de sociedad nipona (¿y no acaso todas?) que es la soledad. Captada con una sutilidad tan increíble como solo es capaz de transmitir la sensibilidad japonesa, eso sí, finísimamente complementada con una ironía que hace de la voz de esta autora tan especial.

La narración se mueve entre el flujo de conciencia y breves diálogos, siempre vistos desde el punto de nuestra protagonista. Esto en pocas ocasiones te lleva a preguntarte, ¿esto está ocurriendo de verdad? ¿Cómo lo verán desde fuera? Una maravilla que te atrapa y devoras una tarde. Me hubiera encantado tener cientos de páginas más para seguir conociendo a Shibata, a quien siento como una amiga cercana. al mismo tiempo, la obra es redonda y no necesita ni una frase más. Qué final, aplaudí, ¡no digo más!

¡Qué fantasía leer a Emi Yagi! Ojalá siga escribiendo, porque la quiero siempre en mi vida.


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