Memorias de una novelista

Cada vez que leo a Virginia Woolf, me maravilla lo sagaz e inteligente que era. Me maravilla su capacidad de observación, su mirada afilada, su capacidad para ir a la raíz de los problemas, su espíritu crítico por encima de todas las cosas.

En este pequeño texto de ficción de apenas 50 páginas, Woolf hace una crítica incisiva a las biografías escritas por amigos o conocidos de la persona protagonista, y, a su vez, hace observaciones críticas sobre el género de las biografías en general. Es tal el realismo de lo que escribe, que termina por convencerte de que los personajes del texto son reales.

Woolf se pregunta por la capacidad de objetividad de alguien que relata de la vida de su amiga, en este caso, de la novelista a la que se alude en el título. al mismo tiempo, se pregunta por la necesidad de respetar la voluntad de aquellas personas que dejaron claro que no querían que se escribiese sobre su vida. ¿Es más importante el deseo de los lectores que la voluntad misma de la persona biografiada? ¿El supuesto interés literario por la vida de alguien está por encima de sus deseos?

Al leer a Woolf planteando serias dudas sobre la capacidad del genero biográfico para la veracidad, yo me pregunto qué es eso de la objetividad. Pienso en Haraway y en su conocimiento situado, y en cómo, la forma más sincera y precisa de acercarse a algo es, precisamente, reconociendo tu subjetividad, afirmando tu punto de vista, posicionándote desde el lugar en el que se encuentra tu mirada. Quizás ese sea el camino para aprehender las cosas, el de reconocer las limitaciones y especificidades de tu lugar en el mundo.

En definitiva, un texto corto, pero que da para pensar mucho. Virginia Woolf deja entrever aquí que, muchas veces, este tipo de biografías dicen más del biógrafo que del biografiado. Y yo no creo que eso sea algo malo, mientras sea algo que se reconozca.