Tres plumas blancas

Saben esa sensación de “he llegado a buen puerto”, es una sensación de las más difíciles de explicar, pudiera simplificarse a estar en PAZ, es lo que siento cada vez que leo a Jacqueline Winspear y conozco otra historia de su maravilloso personaje Maisie Dobbs, la detective que resuelve sus casos con mucha intuición y un poquito de misticismo (que no hace mal y aporta un poco de color a tanto gris).
“Tres plumas blancas” es el nombre que da vida a esta historia. El escenario: Londres de 1930, aunque pasado más de una década del final de la I Guerra Mundial, hay en el ambiente una tristeza por lo arrebatado y quedan cicatrices que no han sanado del todo, se pudiera decir que Inglaterra, calladamente recuerda y sangra.
Un magnate de las ventas de alimentos, un hombre hecho a si mismo, de carácter fuerte y bastante prepotente, contrata los servicios, de la ya reputada joven detective, para que encuentre y traiga de vuelta a su hija, su posición no le permite alertar a la policía, además que está seguro de que es una majadería más del carácter pusilánime de su hija soltera de 32 años.
Un caso bastante sencillo inicialmente y que reportaría unas sustanciosas ganancias al negocio en un momento de crisis económica como el que se está viviendo, donde los veteranos engrosan las filas de desempleados y los comedores y servicios de la beneficencia están atestados.
El suicidio de una viuda, la crónica del asesinato de una ama de casas en la edición de la mañana de un periódico de tira nacional, la tristeza que impregna las habitaciones de dos mujeres que en su momento fueron unidas y que la vida las separó, son detalles que Dobbs se niega a pasar por alto, ¿cómo hechos y personas sin una aparente relación puedan estar tan indisolublemente ligados? “Las coincidencias son mensajes enviados por la verdad”.
Con un ritmo deliciosamente lento, una novela al más puro estilo detectivesco, donde migas-guías van trazando un camino de luces amarillas parpadeantes, vamos a toda velocidad en un deportivo descapotable MG 14/40 recorriendo Londres, Kent, Hastings, marismas, paisajes y personas con matices, personas que a pesar de haber sufrido, de estar sufriendo, siempre tratan de mirar hacia adelante, de agradecer la segunda oportunidad que se les brinda, de hacer las cosas lo mejor posible por aquellos que no la tuvieron.