El almuerzo desnudo fue muy transgresor cuando apareció. Incluso tuvo problemas de censura. Narra la sordidez del mundo de la droga. El narrador es un adicto a la heroina que controla muy bien los chutes que se mete. La narración es muy dispersa. No hay una trama que continue un capítulo con otro. Son las experiencias narradas en estado de subidón después de haberse inyectado. Incluso los capítulos se pueden leer en cualquier orden. Las oscenidades llegan a lo escatológico y lo macabro. |