El ritmo de Harlem

Ray Carney, hijo de un antiguo miembro de la mafia, ha intentado parecerse lo menos posible a su padre. Ha estudiado, formado una familia y montado su propia tienda de muebles, en la que en ocasiones vende objetos de dudosa procedencia. Ya que por mucho que Carney quiera ser un hombre honrado y no seguir los pasos de su padre, también quiere darle un mejor hogar a su familia, que está a punto de ampliarse con la llegada de un segundo hijo.
Además, su primo Freddie, al que siempre intenta proteger y ayudar, no se lo pone fácil a la hora de intentar ser honrado, ya que suele enredarlo en asuntos poco legales y siempre acaba metiéndolo en líos.

Carney es, por tanto, un hombre atrapado entre dos mundos. Un trabajador padre de familia, pero también un delincuente de poca monta que, tras verse arrastrado por su primo a participar como perista en un robo, comenzará a codearse con mafiosos, ladrones y policías corruptos.

Una historia sobre robos, sobornos, venganza y negocios clandestinos en la que Whitehead muestra, una vez más, la realidad de la población negra de Estados Unidos y las dificultades a las que se han enfrentado a lo largo de la historia. Centrándose esta vez en la sociedad americana de los años 60, en la tensión social de la época, la segregación racial, el clasismo y la lucha por los derechos civiles.

Aunque es un libro menos impactante que los anteriores, de ritmo pausado (algo que me sorprendió, ya que esperaba una historia más ágil y con más acción) y con una trama sencilla, de esas en las que parece que no acaba de pasar nada realmente relevante, me ha parecido una novela entretenida que se lee con facilidad.
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