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Crítica de Celia_0504


Celia_0504
31 December 2023
Y cierro el año con una autora que me encanta y que me hubiera gustado leer este 2023, ya que tengo varias obras suyas pendientes. Por desgracia no se ha dado el caso, así que mató el gusanillo de Edith Wharton cerrando diciembre con una novelita suya muy corta, de menos de cien páginas. Y como siempre, esta escritura no defrauda.

Recién llegado a Paris con su familia, John Durham está decidido a casarse con Fanny de Malrive, de soltera Frisbee, una americana que se casó con un francés y cuyo matrimonio está irremediablemente roto. El problema es que su familia política se opone radicalmente al divorcio y existe la posibilidad de que se queden con el hijo de Fanny, siguiendo las rígidas costumbres sociales imperantes en el viejo continente. Para tratar de conseguir que acepten el proceso, John pedirá ayuda a Madame de Treymes, la cuñada de Fanny. Pero la escala de valores entre el americano y la francesa y las diferencias ideológicas entre dos mundos chocarán irremediablemente.

En este texto, la Wharton da una clase intensiva de cómo hacer una novela redonda en pocas páginas. de cabo a rabo todo el libro es prácticamente perfecto, con una historia sencilla y costumbrista y unos personajes muy bien trabajados y matizados. Siempre me maravilla la capacidad de esta autora por escribir libros tan bien hilvanados con tramas tan sencillas, de las cuales saca todo el jugo posible gracias a su buen hacer como autora y a su inteligencia narrativa, con la que consigue crear retratos psicológicos complejos y profundos de sus personajes . Su pluma es elegante, pulcra y fluida. Incluso, aunque estemos en un trabajo tan breve, pausado, se toma el tiempo para mostrarnos todos los vericuetos del argumento y a sus protagonistas compulso seguro pero tranquilo. Con una economía de medios serena consigue hacer obras realmente envolventes y con una increíble calidad literaria. Leerla siempre es una autentica gozada.

En el caso de esta historia, maneja un tema que conocía muy bien: las diferencias entre la vieja sociedad europea y las nuevas clases ricas que burguesas norteamericanas; la manera en que la primera trataba de sobrevivir al empuje de la segunda, la cual deseaba imitar ese mundo de rancio abolengo, árboles genealógicos con siglos de antigüedad y un código de normas y valores aposentados en la tradición y la unidad cuyos matices y profundidad los americanos no podían llegar a captar ni comprender. La inocencia, individualidad y ligereza americana se contraponen dramáticamente con ese mundo milenario y anejo, en el que lo que importa es el buen nombre de las familias, la tradición y el bien común. Cosas como la felicidad de un solo sujeto o el amor auténtico son perfectamente desechables si es por algo que se considera más grande e importante. Estas diferencias se manejarán a lo largo de la novela con precisión médica por parte de Wharton. Y es que, como sigo más arriba, la autora sabía muy bien de qué hablaba. Nacida en una de esas familias ricas americanas, Wharton vivió la mayor parte de su vida en Europa, en París concretamente, después de su separación de un banquero bostoniano.

El amor y el odio que Wharton sentía hacia Europa, y la crítica que no por ello dejaba de hacer a los americanos afincados en las grandes capitales europeas es una dicotomia que se luce en esta novela como nunca, demostrando hasta qué punto la autora vivía entre dos aguas y como eso forjó su producción bibliográfica y , seguramente, marco su manera de ver las cosas. Es perfectamente capaz de hablar de la rigidez y arcaísmo del sistema que rige a las viejas familias europeas, de representarlo como un cruel ente de piedra. Pero eso no le hace caer en que los ideales americanos sean mejores. Hay una gran carga irónica en la forma en que demuestra como sus compatriotas afincados en Europa son ridículos por sus sencillos planteamientos y llana forma de comportarse, por la forma en que piensan que con dinero pueden suplir los siglos de antigüedad de una sociedad de la que hablan con displicencia, pero que en el fondo se mueren por entrar en ella. Como americana de clase alta afincada en el viejo continente, trató muchas veces en sus novelas la diferencia entre la patria natal y la de adopción, la manera en que los dos mundos chocaban, las diferencias abismales entre sus componentes. Unas diferencias que se difuminan ante ciertos aspectos, como la importancia económica o la necesidad de mantener las apariencias de cara a la galería. El que el concepto de apariencia diferente en su forma y contenido en ambas sociedades, es lo menos importante lo que al final nos viene a decir Wharton es que hay mucha hipocresía en los dos mundos que contrapone, las cuales representa sin dejar sin que ninguna de las dos partes sea superior a la otra. Cada una de ellas tiene sus propias luces y sombras.

En las obras de esta autora, suele darse algún tipo de triángulo que generalmente sucede entre un hombre y dos mujeres; por una de ellas el protagonista siente auténtica atracción, mientras que la otra es el camino que las convecciones sociales y su situación personal le marca. En “Madame de Treymes” sin embargo, todo parece a favor del amor de John Durham por Fanny, En un momento determinado, parece que su relación podrá llegar a buen puerto y que nada se opone a ella. Pero esa oposición está soterrada a lo largo de toda la historia. Christiane de Treymes no es tanto un impedimento romántico como la representación de una ideales familiares, religiosos y sociales que se convertirán en el muro que ponga el peligro el amor de John y Fanny. Como tantas mujeres en los triángulos de Wharton hay algo muy atrayente en el personaje de madame de Treymes, entre ella y John hay una cierta atracción e interés que nunca llega a tomar tintes románticos o sexuales, que más bien puede definirse como la atracción que ejerce ese mundo que no se conoce y que es tan diferente al tuyo, entre una mujer que por su complejidad y los secretos que esconde su forma de pensar y actuar tiene algo de atrayente e intangible. de ahí que se forme una suerte de rivalidad contra el americano y afable John, inocente, con altas convicciones morales y sencillo, quizás uno de los personajes de Wharton más honorables. Incluso en la forma de comportarse y pensar de estos dos personajes y en su relación (que da lugar a un sutil combate intelectual y moral entre dos contendientes gigantescos) se puede ver muy bien las diferencias entre el viejo y el nuevo continente, ellos representan como nadie los dos sistemas .

Mientras el de ella tiene siglos de antigüedad, el de John tiene algo infantil, algo sencillo y directo, que por ello conmueve. Y eso hace que el final de la historia resulte más dramático y melancólico. Quizás el lector moderno le pueda parecer un poco estúpido y simple, pero hay que entender que nosotros ahora vivimos en un mundo mucho más globalizado, en el cual dentro de occidente, las diferencias entre países han terminado por difuminarse. Antes las cosas no eran así, el diferencias eran mucho más encorsetadas e impermeables. Es ahí donde radica el puro y simple drama de esta historia. Ni John ni Treymes juzgan con justicia el mundo de su adversario, pero sobre todo no juzgan bien el carácter del otro y hasta que punto está marcado por su entorno y por la ideología de su mundo. de ahí viene la hecatombe, desencadenada en una última escena rítmica y fulgurante, sazonada por un dialogo entre los dos protagonistas que va desmadejando todo lo que ha ido cociendose a fuego lento en la páginas anteriores. Después de la tranquilidad que ha tenido la novelette hasta sus últimas páginas, la agilidad de ese desenlace ayuda a que su melancolía impacten con todos sus matices en el lector. Es el culmen de unos duelos dialécticos que han sazonado toda la trama, genialmente llevados, y que obligan al lector a poner los cinco sentidos en ellos. Los diálogos están sazonados de dobles, significados, de sutiles estratagemas, de pequeños engaños y de frases extrañas que solo van cobrando sentido a medida que la tramaba desarrollándose. El tema central de la historia se maneja con ambigüedad a lo largo de la misma, y no es hasta su final que uno puede unir todas las piezas que la autora ha ido desperdigado por el camino y juntarlas para crear el puzzle completo. al final todo es una guerra por amor, principios y honorabilidad que no llega a buen puerto. Quizás, porque los dos mundos son demasiado diferentes para poder unir, la única forma de terminar con esta contienda, es que uno de ellos termine por absorber irremediablemente al otro.

En “Madame de TreymesEdith Wharton presenta unos personajes, una situaciones que son típicas en muchas de sus obras. Siempre hay una hipócrita alta sociedad plagada de convencionalismos que resulta asfixiante, una historia de amor dramática, personajes con una complejidad inconmensurable que poco a poco vamos descubriendo, el choque entre dos concepciones sociales antagónicas. Pero que eso esté almacén habituales en su producción, sus grandes habilidades narrativas y su inteligencia a la hora de manejar todos esos aspectos nunca deja de sorprender al lector. Cada una de sus historias tiene algo único y especial que se consigue pese a la sencillez de sus recursos literarios, lográndose se lean con gran placer interés, y dejen algo lector con algo en lo que pensar.

Para finalizar, me gustaría desearos una feliz salida del año 2023 y una feliz entrada en el 2024. Espero que el año que viene esté cargada de cosas buenas para todos vosotros en todos los sentidos, buenas lecturas incluidas.
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