En cada historia, Edith Wharton se dedica a desmontar situaciones e ideas que el lector puede tener sobre el amor, la familia, los comportamientos sociales, la muerte, la angustia, o el perdón a uno mismo. Muchos de ellos son muy actuales, de ahí el guiño de la ilustración. En ninguno de ellos renuncia al humor o la ironía; lo que hace que no sea pesado, ni da la sensación de que esté intentando darte lecciones de vida. Cada uno puede llevarse lo que quiera de sus relatos. A veces me daba la impresión de que Wharton se estaba riendo mientras escribía, orgullosa de sí misma. Adoro sentir esa complicidad con los autores y oír su voz en mi cabeza. Es como si estuvieran contigo. Solo el último relato me dejó un sentimiento frío, pues es un cuento de fantasmas en sentido estricto y me parecía que desentonaba con los demás. |