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Esta es la historia de la familia Graves. Maddie y Nate regresan a vivir al pueblo de su infancia junto a su hijo de Ollie. Un lugar donde ambos pasaron por situaciones bastante complicadas y traumáticas y cuyos ecos parecen volver ahora, después de tantos años… Pero ellos no serán los únicos envueltos por los misterios de este pueblo, pues el joven Oliver también tendrá sus propias dosis de secretos y peligros. Este libro tiene una mezcla de géneros que conmigo funciona prácticamente siempre: terror y ciencia ficción. Sin embargo, tengo que admitir que, aunque en general me enganchó mucho y lo disfruté, sí que hubo cositas que no me convencieron. Por un lado, me gustó mucho que todos los miembros de la familia tuvieran su protagonismo y su propia historia. El ver las perspectivas de cada uno permite que les conozcamos más y además hace la trama más compleja y rica. No obstante, el desarrollo de la misma me pareció un poco caótico. A veces menos es más y creo que alguien debería habérselo recordado a Wendig de cara al final del libro, que es donde termina por explotar el remolino de locuras . Por otro lado, los protagonistas son una familia que se supone que están súper unidos, pero a la hora de la acción, cada uno va por su lado. Incluido el niño. Y hablando de los personajes, la motivación del "villano" también me flaqueó, me pareció un poco cogida con pinzas. En cualquier caso, estoy resaltando lo malo porque de reseñas positivísimas sobre este libro están las redes llenas y si alguno os estáis planteando leerlo, no quiero que las expectativas os jueguen una mala pasada . Ya os digo que es un libro muy entretenido, MUY adictivo y más que recomendable para estas fechas. |
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