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Esta biografía es el medio a través del cual Christie Watson da a conocer no solo las funciones que realiza una enfermera, sino los sentimientos que se esconden tras la profesional que desempeña el mencionado trabajo y las cualidades que debe poseer más allá de los conocimientos técnicos. de hecho, el foco central del presente relato es poner de manifiesto que la bondad, el respeto, la humildad y la empatía son características extremadamente necesarias para atender de manera correcta a los pacientes, para que se sientan arropados en ese momento tan difícil por el que están pasando y tengan a una persona más en la que apoyarse. Para poder desarrollar dicho tema, la autora rememora algunos de los casos que le dejaron huella por razones diversas y explica su propia evolución como enfermera, proporcionando información acerca de sus primeros días como residente, enumerando las áreas por las que pasó y hablando de lo que aprendió en cada una de ellas. En esta misma línea, trata de mostrarnos lo complicado que es para una enfermera no vincularse con las personas a su cargo y lo duro que resulta ser plenamente consciente de si van a sobrevivir o no. Por supuesto, no solo se abarcan las partes tristes y oscuras que pueden experimentarse en un hospital, pues la amistad, la admiración, la superación, el agradecimiento, la esperanza y la alegría son aspectos que también están muy presentes en el libro. Por otra parte, la autora también deja entrever lo poco valorada que está la enfermería en comparación con la medicina, así como el bajo porcentaje de hombres que trabajan como enfermeros, especialmente en Reino Unido, resaltando el hecho de que no se haga absolutamente nada para cambiar tal deficiencia. al mismo tiempo, nos expone las desigualdades que se fomentan entre hombres y mujeres dentro del sistema sanitario y que se producen tanto a nivel salarial como en términos de promoción e importancia. Asimismo, menciona muy levemente su preocupación por el cuidado que reciben los ancianos, ya que muchos se encuentran en situación de riesgo y no tienen a nadie que se ocupe de ellos. Incluso cuando se encuentran hospitalizados, no siempre son tratados con la dignidad que se merecen y son relegados a un segundo plano. Además, se encarga de subrayar la escasez de recursos y espacio de los hospitales, la impactante diferencia entre los pabellones públicos y privados y la lentitud con la que los avances se traducen en mejoras en nuestra calidad de vida, asegurando que los resultados de esa aplicación no se asemejan a los esperados. En cuanto a la narración, es una biografía contada en primera persona en la que se emplea un lenguaje sencillo y accesible en su mayoría, salpicada por cierto vocabulario técnico relacionado con las enfermedades, las máquinas y algunos procesos, pero esto no dificulta la comprensión del texto. Sin embargo, puede apreciarse un estilo que tiende a la incoherencia y en el que el relato no termina de estar ensamblado. La autora salta de una idea a otra sin que exista una transición fluida entre ellas y esto genera un caos en el que es muy fácil perderse. Por lo tanto, si bien es cierto que existen momentos atmosféricos que traspasan el papel, estos se cortan cuando la autora introduce un nuevo pensamiento de forma inmediata. Llegados a este punto, mi opinión no puede estar más dividida. Tengo que decir que me ha parecido un libro que trata temas muy interesantes en el que vemos un punto de vista al que no estamos tan acostumbrados. Todos hemos sido pacientes en algún momento de nuestra vida y sabemos lo que se siente al estar ahí, pero no nos paramos a pensar en la persona que nos está atendiendo y esta historia nos permite hacerlo. Además, hay casos sobrecogedores con los que he llorado y situaciones entrañables que me han hecho sonreír. No obstante, la estructura narrativa me ha sacado de contexto una y otra vez y me ha sido imposible disfrutar del todo de la lectura debido a esos cortes abruptos que se producen en la historia. Por lo tanto, no me ha desagradado, pero tampoco me ha maravillado. |
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