Dar con Buena suerte, Belafonte ha sido buena suerte para mí. Una novela corta fantástica que trae a la cabeza el cine negro de los años 40 pasado por el filtro del absurdo y el absoluto desternille. A veces crees que Sam Spade o Phillip Marlowe se han metido en una comedia de Jacinto Benavente ambientada entre Chamberí y Beverly Hills. Una risa continua y la necesidad de leerlo del tirón. Inevitable leerlo mentalmente ese tono que acompaña al detective del cine negro que entre luz y sombra cuenta la entrada de su cliente femenina en la oficina del centro llena de humo e iluminada por las farolas. Un detective que tiene el despacho dentro de una piscina, dispara dentro del agua y cree que Ulises y Joyce son dos mafiosos secuestra-actrices; un jefe del parque acuático que recibe tiros en el culo, una actriz que besa sobre el ala de un avión, informes que se deshacen en el agua…Una maravilla, leedla y reid, y por cierto, se editará segunda parte. Si es que Belafonte debería ser una saga.
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