Era tal el silencio que casi se podía oír el recorrido de la pluma rasgando el papel, como si las palabras se hubieran arrastrado con trazos desiguales por la página en blanco hasta ser reemplazadas por el ligero sonido de la lluvia.
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Era tal el silencio que casi se podía oír el recorrido de la pluma rasgando el papel, como si las palabras se hubieran arrastrado con trazos desiguales por la página en blanco hasta ser reemplazadas por el ligero sonido de la lluvia.
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Luego me habló de Conrad. Me dijo que se había hecho marino por él, pero que la vida de marino era una mierda. Que incluso había estado en la cárcel por contrabando.
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Como agua para chocolate