Los mejores años

El libro que Masa Crítica me hizo llegar en esta ocasión, considero que constituye un verdadero retrato, o más acertadamente, todo un collage acerca de lo que supusieron los años 90 en la Rusia postsoviética. El libro se nos presenta en un cómodo formato de tapa blanda de 300 páginas con una portada ilustrada con una fotografía de una pareja en un ambiente nocturno que nos retrotraerá inmediatamente a los años 90. Imaginamos, a juzgar por el contenido de sus páginas, que nos representa a Anton (junto a alguna de las chicas que nos menciona en la novela), los ojos a través de los cuales se nos describirá el curioso universo ruso de esta década.

De esta manera, Anton, joven alemán de 32 años que ha decidido, fruto de su amor por Rusia, trasladarse a este país tras la caída del muro, nos narrará una serie de episodios de su vida con el tino de ilustrar a través de ellos, el ambiente social, económico y político de la Rusia que quedó tras la caída del comunismo. Este joven se dedicará a las labores de “solucionador” en el seno de una empresa propiedad de un oligarca ruso. Dentro de sus labores se encontrarán las tareas menos agradecidas (y menos legales) en el marco de un panorama de inseguridad que impregnará el país tras la Perestroika. Sobornos, negocios internacionales poco transparentes, encubrimientos, etc., constituirán algunas de las tareas que realizará Anton con un cierto cinismo que le dan los ojos del extranjero que, a pesar de mostrar su amor por el país, le otorgan cierta distancia del “bárbaro” local.

De esta manera el libro no sigue un desarrollo lineal con planteamiento, nudo y desenlace sino que está formado por una serie de capítulos cada uno de los cuales nos describe alguna de las situaciones que se le presentan a Anton en Rusia. Negocios, fiestas, disturbios en las calles... serán escenarios que se nos desarrollen en libro y que nos ofrezcan esa imagen que, aunque fragmentada, la encontraremos muy completa al pasar la última página del libro. Sin haber sido una época especialmente favorecida por la literatura, nos sorprenderemos con escenas de un gran patetismo que, sin embargo, conseguirán sacarnos una sonrisa precisamente por lo extremo de las actitudes de los personajes que las compongan. La cierta nostalgia por la desaparecida URSS, la desorientación de los grandes oligarcas emergentes en este momento, la represión política en las calles ante los detractores de Yeltsin, la pobreza extrema y formas de supervivencia de la mayor parte de la población, etc. serán las notas dominantes que queden en la imaginación del lector que siga los paso de Anton en “Los Mejores Años”.

Para finalizar, cabe señalar que una lectura preliminar nos hará descubrir que su autor, Norris von Schirach, es de origen alemán y se encontraba en Moscú entre 1993 y 2003. Considero que ello ofrece veracidad al relato de Anton (en el que no sabemos cuánto habrá de von Schirach y sus propias vivencias) y nos acercan de una manera más realista al cierto caos de los años que nos refleja el libro. Conseguir que cada una de las “aventuras” de este acomodado Anton nos envuelvan a pesar de introducir numerosos datos políticos y económicos del país, no es una tarea baladí ni quisiera que pasara inadvertida. de esta manera, considero que la pluma del autor nos traslada de manera más que eficiente a un país que todavía estaba encontrando su sitio en el nuevo panorama mundial pero también nos hace partícipes (no sin cierta incomodidad) de la vida de la población que tuvo que acostumbrarse a subsistir en una economía con otras leyes pero sin perder, a fin de cuentas, la esencia de lo que había quedado de los años del comunismo previo.