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“¿Escribir es intentar saber qué?” ¿Y leer? Nadie lo sabe o, de poseer tal conocimiento, no ha tenido el valor de revelarlo pues ello podría imposibilitarnos seguir disfrutando de lecturas tan deliciosas como “Dietario voluble”, de Jordi Llovet, obviamente. En “Dietario voluble” el autor nos habla de su enfermedad del misterio de la vida, de su inagotable asombro ante la extrañísima presencia de las cosas, de “lo que pasa cuando no pasa nada”, concretamente en su vida y durante los años 2005 a 2008. Una lectura que, parafraseándole, me ha parecido tan bella y extraña que desde el primer momento parecía estar yo leyendo exclusivamente para el recuerdo. En el fondo, no es un texto muy diferente al de sus novelas si a estas les quitamos su mínima trama, sus personajes ficticios (aunque esto no lo tengo del todo claro), sus engranajes y engarces de textos y escenas y dejáramos únicamente el meollo del asunto, un compendio de impresiones, pensamientos, anécdotas, informaciones sobre sus costumbres diarias y extraordinarias, sucesos corrientes que acaban siendo insólitos, comentarios sobre libros y autores —con el consiguiente aumento de mi ansiedad lectora—, sobre cine y cineastas, música y músicos, amigos y coincidencias, sobre sus quejas —la vulgaridad de la literatura de masas, lo políticamente correcto, la invasión de millones de turistas analfabetos, la expulsión de la metafísica de la filosofía, edificios que tapan el mar, aviones y aeropuertos, la satisfacción con la propia ignorancia, los malditos Rosenblum del mundo…—, sobre la idea del puro y pleno presente, sobre lo peligroso que es regalar, sobre las moscas, de las que no hay un autor profundo que no haya hablado, sobre la enfermedad del optimismo, el odio y los odiadores, los perdedores radicales con rabia asesina, sobre faros, el oficio de escribir —“Uno no empieza por tener algo de lo que escribir y entonces escribe sobre ello. Es el proceso de escribir propiamente dicho el que permite al autor descubrir lo que quiere decir”—, solteros parásitos, locos y el bastón de Artaud… Y, por supuesto, un vademécum de citas de todo tipo. “Sentirse extranjero en el mundo creo que es una de las condiciones de la escritura, habitar el mundo de una forma un poco esquinada” J.A. González Sainz “Cualquier persona inteligente o decente odia a la mitad de sus contemporáneos” Cioran “He conocido la felicidad, pero no es lo que me ha hecho más feliz” Outil O'Toole “Al principio era la palabra. Después la palabra se volvió incomprensible” Ennio Flaiano "Apenas alguien tiene una deformación, ya tiene ideas propias" Lichtenberg ¿Por qué me gusta tanto Vila-Matas? Tomo prestadas las palabras de San Agustín: si no me lo preguntan, lo sé, pero si me lo preguntan, lo ignoro. P.D. Sobre el tema central de toda su obra literaria, Vila-Matas nos ofrece en su dietario hasta tres posibilidades: su rechazo a una identidad personal, la tensión entre ficción y realidad para alcanzar la verdad y, la más sugerente y paradójica de las tres, su imposibilidad para decir la verdad, algo que parece querer demostrar desde la propia portada de este libro en la que aparece de espaldas, con la cara vuelta hacia otro lado. “Sin contar / queda la historia / de las caras / vueltas hacia otro lado.” (Sebald) |
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