El ritmo asesino

Roberto del Álamo, un agente de control de riesgos, ve un nexo de unión entre varios casos de lo que parecen ser suicidios de jóvenes y decide investigar por su cuenta, trasladándose a la ciudad en la que han tenido lugar los hechos.

El libro empieza bien, pues el estilo del autor es directo y sencillo, lo que hace que te metas de lleno en la historia. Además, la premisa es muy interesante: un sonido apenas audible, oculto en la música, que provoca extraños comportamientos entre los jóvenes. Claramente se trata de un mensaje subliminal, pero ¿con qué fin?

Esta investigación lleva al protagonista, Roberto, a sumergirse en un ambiente de música electrónica, drogas, alcohol y jóvenes con personalidades y gustos que difieren mucho de los suyos. La ambientación de finales de los 90 es genial y el tema de la música me ha gustado mucho, pues se mencionan estilos y grupos muy variados.

Además, conforme se avanza en la trama, vamos descubriendo lo que hay detrás de ese sonido, algo que puede ser sobrenatural. Esa idea me resultó muy interesante y tenía ganas de seguir para descubrir la verdadera naturaleza del enigma. Pero el final me ha decepcionado bastante, creo que la novela tiene una parte intermedia demasiado extensa, que quizás puede resultar algo lenta y pesada, y un final extremadamente acelerado y, bajo mi punto de vista, con pocas explicaciones. En cuanto a los personajes, el protagonista es casi el único que importa, pues los secundarios son escasos y con poca relevancia. Tienen su «momento de gloria» y después desaparecen.

En resumen, creo que se trata de una historia interesante, con buenas ideas, pero que falla en el desarrollo y que, sin duda, pedía a gritos un final mucho más impactante.