 |
El libro que hoy traigo nos habla de la guerra civil de una manera que los niños lo entiendan y puedan sentirse identificados de alguna manera. Porque algunos abuelos (o bisabuelos en el caso de las nuevas generaciones) les han contado "batallitas" o han dejado caer comentarios sobre la vida y la dificultad que esta acarreaba en aquellos tiempos, sin que realmente lo entendieran. Porque, tal como dice el protagonista de esta historia, las guerras solo pasan en las películas o en lugares muy lejanos. Así, Alejandro no terminaba de escuchar y creer aquello que su abuelo le contaba. Él vive enganchado a las maquinitas y los videojuegos, a sus cromos... Y lo demás le parece aburrido. Pero todo cambia cuando, con un efecto mágico, descubre una gorra de su bisabuelo que luchó y murió en la guerra y, al ponérsela, viaja al pasado. Allí conoce a un grupo de niños en medio de un ataque y emprenden juntos su huida. Es poco a poco cuando descubre donde se encuentra, o más bien cuando. A estos niños, les sorprende las súper zapatillas que lleva, el hecho de que esté medio rellenito porque come bien, y se asustan con una pistola de agua, pensando que va a matarlos. Alejandro, en su vida real, es continuamente acosado por unos matones a los que no les hace frente, porque le da miedo. Cuando viaja al pasado... Descubre que hay más cosas a las que temer, y no sabe como su abuelo y el resto de gentes pudieron vivir con ello: los constantes bombardeos, el hambre, el esconder a personas... Estas experiencias, vividas por él en primera persona gracias a ese viaje en el tiempo, le hizo sacar una actitud más valiente para salir de los problemas y ayudar a los que estuviese en su mano, demostrando que las palabras son más potentes que la fuerza. Porque va tocando que las guerras, todas, queden a un lado, y ambas partes se sienten ha hablar, a dialogar, escuchando lo que la otra parte tiene que decir también. En medio de toda esta aventura, a Alejandro le cuesta llegar a entender que realmente no hay comida, que engañan al paladar añadiendo cebolla o hierbas al agua hirviendo o se tienen que consolar con mendrugos de pan duro , y se le cae la baba cuando ve unos dulces que solo se pueden permitir los señoritos más pudientes. Es así como conoce el palulú, una raíz con sabor a regaliz que hacía las delicias en aquella época donde los lujos escaseaban. Mi abuelo le llamaba palodul, y de pequeña me compraba cuando alguna vez veía, para que viese el dulce que el tomaba de pequeño. A través de este viaje temporal, Alejando no añora sus videojuegos, ni la tecnología o el Internet. Está deseando llegar a casa de vuelta para estar junto a sus abuelos y sus amigos, ya que ha aprendido lo que es realmente importante en la vida. Es un libro genial para leer y trabajar en los últimos cursos de Primaria, o primeros cursos de Secundaria. Enlace: https://www.conpdeprimaria.c.. |
>
