En Una ciudad flotante nuestro narrador emprende la aventura de la travesía del Atlántico. Esto es, viajar desde Europa (partiendo de Liverpool) hasta los Estados Unidos de América (llegando a Nueva York) en un gran barco transatlántico de propulsión mixta, vapor y velamen, llamado Great Eastern. Dentro del barco trabará amistad con el simpático y excéntrico doctor Dean Pitferge, cuya máxima aspiración es experimentar un naufragio, y se reencontrará con un viejo amigo, el capitán Fabián Mac Elwin, que vuelve de la India con un permiso y el corazón roto después de que su gran amor, Elena, haya sido obligada a casarse con un truhan llamado Harry Drake. En uno de los giros de trama de la historia se descubre que los integrantes de este triángulo amoroso viajan todos a bordo del buque y parece inevitable que estalle un enfrentamiento entre los dos hombres que el amor ha enemistado. Se trata de una novela entretenida, sin más. No tiene muchas pretensiones y ni siquiera es de lo mejor de Julio Verne. A destacar la denuncia social que realiza Verne sobre las condiciones de trabajo de los empleados de la época (lo poco que vale la vida de un obrero/marino), así como la alabanza que realiza al escritor norteamericano Fenimore Cooper. |