El pacto del agua

Esta es una de esas novelas que dejan un poso enorme, cuyas historias se quedan en nuestro interior y nos erizan la piel al releer muchos de sus fragmentos. Estamos, sin duda, ante una novela extraordinaria. Que no os asusten sus casi ochocientas páginas, pues se trata de una lectura fluida que engancha desde el principio.

En «El pacto del agua» acompañamos a tres generaciones de una familia de la India que sufren una extraña fatalidad: cada cierto tiempo un miembro de la familia muere ahogado. Bajo esta premisa observamos el transcurrir de la vida intentando averiguar el porqué de esa «condición». Acompañamos a mujeres llenas de coraje, que son sustento y abrigo, como los troncos de las enormes palmeras que rodean sus casas. Acompañamos también a un joven cirujano proveniente de Glasgow, que comienza una nueva vida en la India, a una niña que no crece, a una artista cuyo arte será el único consuelo posible, a una mujer que buscará respuestas y cobijo en los avances de la medicina, a un hombre deseoso de conocer mundo a través de la escritura. Y a Gran Ammachi. Estimo a este personaje: su generosidad, su sabiduría.

Recibimos de Abraham Verghese una historia de lazos familiares, de secretos, de duelo, de progreso y aprendizaje. Y mucho amor. Un profundo amor impregna la corriente que fluye a través de estas páginas.

En una época en la que la India estaba en manos de los ingleses, la novela nos cuenta cómo al fin su territorio es devuelto. Sigue, sin embargo, el sistema de castas, en el cual las distintas clases se muestran reticentes a conseguir una sociedad igualitaria. Por suerte, hay personas dispuestas a apostar por el cambio, que admitirán sin objeciones que un niño pulayan acuda a la escuela y no se limite a servir a los thamb'ran.

La novela también nos presenta a dos polos opuestos: la fe y la ciencia y, a lo largo de la narración, vemos cómo ambos conceptos confluyen, conectan. Es asombroso cómo el autor nos describe operaciones, partos, etc. Con el rigor que solo concede la documentación exhaustiva nos encontramos una novela escrita de forma magistral.

Me ha gustado mucho el uso de expresiones en malabar, las descripciones de vestimentas o las comidas servidas sobre hojas de plátano. Todo este relato detallado con cuidado nos transporta a los senderos de tierra compuestos por laterita.

Para escribir la reseña he repasado todo lo que había subrayado en el libro y, aunque pueda parecer excesivo, me he vuelto a emocionar, a derramar alguna lágrima. Mariamma, Gran Ammachi, Digby, Philipose, Celeste, JoJo, Elsi, Bebe Mol, elefante sigiloso que protege Parambil: me habéis robado el corazón.

La novela comienza con una niña de doce años a punto de casarse: «El día más triste de la vida de una niña es el de su boda —dice la madre—. Después de eso, si Dios quiere, todo mejora». El lector no se imagina los increíbles eventos que le esperan.

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