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Crítica de MarioG17


MarioG17
07 February 2022
Hace unos años comenzaron a cuestionarse los cuentos clásicos por el supuesto machismo que atesoraban entre sus páginas. ¿Y si las historias de los cuentos no ocurrieran como creemos? ¿Y si al escuchar la versión de los «malvados» de los cuentos descubrimos que los buenos no son tan buenos ni los malos tan malos?
Quién pilló al bobo feroz (Flandes Editorial, 2019) nos muestra a un lobo feroz como nunca lo habíamos visto. La solapa de la biografía es de lo más original y divertida. Se nos dice que el autor, Sergio Vera, nació en Cuentown en 1986. En esa misma ciudad vive el protagonista de este libro infantil recomendado para niños mayores de nueve años. Quentin Pulp es un lobo bueno, pero trabaja en una revista contando historias donde otros como él, lobos e inmigrantes, son los malos, así que decide no contar historias, pero no gana dinero. Las deudas y el hambre lo ahogan y sufre las amenazas de los tres cerditos, cuyo padre es el propietario de la casa donde vive y de la que debe el alquiler, así que no le queda otra salida que hacerse malo.
Este libro está dividido en tres partes y tiene capítulos muy breves, un prólogo y una introducción del lobo invitando a los lectores a descubrir quién le pilló. No tiene dibujos, pero sí alguna ilustración en la parte inferior de las páginas antes del comienzo de algunos capítulos, aunque no sirve de complemento a la historia, sino de simple adorno. Además, en las últimas páginas tiene un cuentectrivial (varias preguntas tipo test) para que los lectores pongan a prueba su comprensión de la trama.
Vera personifica a todos los animales que aparecen en este libro y crea un ambiente de actualidad donde el lobo protagonista padece los mismos problemas que muchos de nuestros coetáneos: precariedad, dificultad para llegar a fin de mes y rechazo social.
En el primer capítulo, el autor presenta a Quentin como un lobo feroz, mentiroso y guarro (porque no se ducha). Quentin enseguida se revela y entra en la conversación que el autor mantiene con el lector. Así, hay un diálogo entre narrador y autor y el resto del libro es la narración de la vida de Quentin por él mismo. Quentin nos cuenta que nació y se crio en el pueblo de Valdecabras. Su madre trabajó a destajo para que estudiara y contara cuentos donde los lobos no fueran los malos.
Quentin y su madre son inmigrantes en Cuentown, y además fueron abandonados tanto por el padre de Quentin como por la manada de lobos. Son lobos solitarios que se buscan la vida. Quentin reconoce haber sufrido acoso escolar. Siempre ha sido mucho más cordero que los siete cabritillos del cuento. Asimismo, se culpa y siente vergüenza porque su madre había renunciado a todo por él, un cobarde e inútil bobo. Para colmo, también se siente responsable de la muerte trágica de su madre, que es terrible y que se asocia a uno de los cuentos infantiles.
En este libro, el autor crea la historia del lobo, un personaje que intenta resarcirse de su imagen dañada de los cuentos clásicos. Pero juega con ellos y los introduce poco a poco, relacionándolos con las idas y venidas de la vida de Quentin, un lobo sentimentalista, por lo que juega con las palabras «lobo» y «bobo», en contraste con los lobos de los cuentos, que suelen ser astutos y feroces.
Por estas páginas aparecen otros personajes icónicos de cuentos infantiles como Pinocho, amigo de Quentin y su salvador hacia el final que trabaja en un programa de televisión llamado Sílbame (ejem, ejem) que es de cotilleo y que echan en Disnews Channel, o Heidi, que ha tenido una experiencia desgraciada porque se han aprovechado de ella y está en horas bajas. Asimismo, Vera ensalza a través de Quentin la figura de Roald Dahl (solo dice «maestro Roald», pero se nota que se refiere él; además, el despertador de Quentin se llama «Dhal», con la hache cambiada). También hay un personaje policía llamado Gatillo porque, en efecto, es de gatillo fácil.
Quentin se debate a lo largo de la historia entre contar cuentos donde los lobos como él son malos pero ganar dinero para sobrevivir o morir de hambre pero manteniendo sus principios y teniendo la mente tranquila. Además, debe lidiar con el jefe de la revista donde trabaja, que solo quiere historias donde se diga quiénes son los buenos y quiénes los malos, que tengan moraleja y final feliz. Pero la vida, la realidad, dice Quentin, no es así.
Esta historia alternativa del lobo, más bobo que feroz, mucho más, desmonta los cuentos clásicos en torno a su figura. Hay detalles difíciles de creer de los cuentos, como que todos los cabritillos salieran vivos de la barriga del lobo después de habérselos comido. Algún rasguño tendrían, aunque fuera por el mero roce de los dientes al tragarlos o la acción de la bilis en el estómago, digo yo.
Quién pilló al bobo feroz es una oda al arte de contar historias con humor, fantasía y sobre todo misterio porque el lector es un detective que debe moverse por la intriga. Además, aunque tiene elementos fantásticos, no se mantiene alejado de la realidad, pues los problemas del lobo son contemporáneos, y por tanto el lector hace equilibrismo entre la realidad y el mundo de los cuentos.
Yo pondría la edad recomendada más alta. No sé exactamente en cuál, pero creo que un lector con nueve años puede salir desencantado de su lectura por varias razones (en el momento de escribir la reseña del libro mi hermano tiene nueve años y sé de lo que hablo). Por ejemplo, porque no tiene dibujos y es todo texto. También porque puede entrar en la lectura esperando un cuento y se encuentra con una historia que es algo cruda (como la vida misma) y descorazonadora. Asimismo, creo que se perderían muchos detalles. No creo que sea nada descabellado decir que este libro es también para adultos.
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