Una novela corta, que recuerda en la ambientación a los clásicos de Agatha Christie. Un fin de semana en una mansión en el campo inglés; una visita no deseada; un robo un tanto extraño; y una muerte aparentemente natural. Todos los ingredientes de un caso digno de Poirot. Me ha gustado bastante; aunque hubo un momento que supe el desenlace final, esto no fue óbice para que siguiera leyendo con ganas. Y es que en tan pocas páginas, el autor tiene tiempo de hacer incluso una pequeña crítica social. Nunca setenta y siete páginas dieron para tanto. |