Honestamente, me esperaba otra cosa, quizás algo más oscura , gótica por la premisa de una araña que mata. Por la portada La premisa de la que parte es interesante pero me ha costado seguir los nombres y las expresiones francesas , cuando se enreda en la comparación de un viaje en barco, cuando acuden a comer a un restaurante a comer una sopa, cuyo nombre es impronunciable o las costumbres típicas, así como los diálogos interminables e incomprendibles entre Adamsberg y Veyrenc o Mordent... Me ha costado mucho seguir los diálogos con esa particular visión del comisario y el teniente, sus códigos de comunicación que solo entienden ellos y se pierden en cavalas extrañas. Además he sabido quien era la persona que está matando a los hombres desde la mitad , y es fácil adivinarlo porque la propia autora parece querer que el lector se de cuenta. Aunque me ha parecido interesante el hilo conductor y la conexión entre la araña reclusa, las violaciones, la mujer reclusa y toda la trama que compone esa historia. Pero no deja de ser una historia inverosimili en la que incluso el experto en aracnología habla de la imposibilidad de matar a alguien con una reclusa si no es utilizando el veneno de mas de cien especies de este arácnido y durante años y en unos lugares concretos y de una manera específica, quizás eso hace más interesante la parte de la investigación y la mente marinera del comisario que tiene esos protopensamientos que le llevan a descubrir la identidad de quién está matando. Es la primera novela que leo de esta autora que teje esa telaraña a modo de metáfora de la propia novela. No creo que vuelva a leer a Vargas. |