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Una historia que se lee en forma rápida, se vive a toda velocidad y hace que te quedes sin respiración. No hay tiempo para una introducción, un prefacio, un abrebocas, una preparación, es como subirte en una montaña rusa donde sabes que vivirás muchas emociones juntas, pero en el momento del suceso no sabes si gritar, llorar o desmayarte. El libro cuenta aquellas historias, que en lo personal, son las que más me aterran, aquellas que van matizadas de posesiones, de perder la voluntad del cuerpo y ser dominado por un ser del más allá. Sin embargo, también ahonda en esas otras historias que también dan miedo, que son más cercanas y que solemos pasar por alto: el abuso, la desigualdad, la violación, el asesinato, todo esto sucediendo en un pequeño pueblo, con el conocimiento de todos, pero reinando el silencio, casi que hace homenaje al famoso dicho «pueblo pequeño, infierno grande» Cada espacio es narrado en el libro con una estructura cinematográfica, no son solo decripciones aisladas, cada una de ellas tienen la capacidad de transportarte a la escena y hacerte parte de ella, haciendo que la emoción, la adrenalina, el cortisol se te eleven, te aceleren el corazón y sientas que acabas de ser devorado por la narración. Una buena y corta historia de terror mezclada con horror y con sabor a la colombiana. |
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