Ningún hombre es una isla (y menos las mujeres, tradicionalmente tejedoras, urdiendo el hilo invisible que nos une a lo Bueno, lo Verdadero, lo Bello) y es el lenguaje el instrumento que nos permite ir más allá, ¡siempre más allá!, de nuestros confines y compartir y construir entre todos un mundo mejor, en el que podamos vivir de un modo más enriquecedor. Celebérrimo y muy justamente exitoso a nivel mundial, en este bello y sentido ensayo (híbrido bendito, aunque muchos no le perdonen que nos cuente el cómo quién y por qué de El nombre de la rosa: ilusxs), @irenevallejomoreu además de contarnos acerca de la invención del alfabeto, de la escritura, los formatos, las bibliotecas y librerías, los catalogadores, recitadores, los títulos y los índices, la biblioclastia y la censura; mezclando la erudición con la libérrima y fogosa narrativa, los recuerdos personales con las más granadas citas de nuestros santos antepasados, nos habla también, arrolladora como un torrente en los bosques, de la esclavitud y el acoso, la educación, la ilustración y emancipación por el poder del saber, y el entusiasmo, sobre todo del entusiasmo. |