La Perra

“La violencia es un animal incontrolable que suele terminar atacando a su propio amo”
.
.
.
En «La perra» partimos de la desaparición de un famoso tenista que vive en el Puerto de la Cruz. Este caso es asumido por la inspectora Aguilera y que le acaba llevando a un asesinato. Y hasta ahí voy a contar para no condicionar la lectura de nadie.

Una novela que se ambienta en un lugar que conoces… es un arma de doble filo. Aunque no tengas la intención, inconscientemente buscas incoherencias y licencias que te chirríen en la lectura. Pues bien, este no ha sido el caso, porque la ambientación es lo que más me ha conquistado de esta novela.
Lugares bien detallados, con un buen reflejo de una parte del contexto social de Tenerife, bien documentado y, lo que más me ha conquistado, el reflejo de los problemas del tráfico de la isla.
Y es que aquí hay algunos detalles que es curioso que alguien que no resida o haya residido en la isla conozca.

Además de la ambientación, a mí me han gustado bastante los personajes. Sí es cierto que el personaje de la perra podría desarrollarse más, porque tiene un tremendo potencial, pero a mí personalmente no me ha afectado ni faltado información.

También me ha gustado mucho que la trama hace hincapié en uno de los problemas que a mí más me llamó la atención cuando me vine a vivir a Canarias, y esto me ha parecido una especie de homenaje que me ha calado.

Sí que es verdad que hay comportamientos de algunos personajes que no entendía, aunque Alberto me lo ha explicado en privado, así que me he quedado conforme.

El único pero que le pongo es el laísmo, y reconozco que esto es muy subjetivo, tanto que entre mis compis de lectura, ninguna hizo referencia a ello. Es verdad que es parte de la riqueza lingüística del idioma, pero claro, al estar ambientado en Tenerife, para mí el narrador era de aquí, y me resultó extraño.