Una sala llena de corazones rotos

“Es inevitable preguntarse qué le pasa por la cabeza a un hombre como Micah Mortimer. Vive solo; es reservado; su rutina está grabada en piedra.” ~ Una sala llena de corazones rotos de Anne Tyler.

Micah, sobre la cuarentena y soltero, se dedica a la reparación de equipos informáticos. Vive solo en su piso y tiene pareja, Cass. Su vida parece estable, aunque más que estable podríamos decir que en una rutina permanente e implacable hasta que un día un joven se presenta en la puerta de su casa y le insinúa que podría ser su hijo. No es el único factor que viene a romper con su cotidianidad. Cass le anuncia que podría quedarse sin vivienda y la reacción de Micah hace saltar todo por los aires.

Me lo he leído de un tirón. Os lo digo todo. Me ha encantado como está escrito pero es que me he sumergido en la trama de forma instantánea y sin poder salir de ella. He vivido con Micah, un personaje con un sentido del humor y una forma de ver la vida un tanto curiosa, y por momentos me he sentido triste por él y su sala de corazones rotos. Porque en el fondo este libro habla de soledad, de la necesidad de estar en contacto con la gente pero sobre todo de la necesidad imperiosa de ser comprendidos, de que no nos juzguen por nuestros actos sino que nos acepten tal y como somos. Por muy acompañados que estemos, sin esa aceptación, siempre primará la soledad.