Johnny empuñó su fusil

Qué mal me sabe otorgarle a este libro solo tres estrellas. Y no solo por el tema antibelicista, del que estaba previamente más que convencido, aunque con ciertas objeciones en relación a la posición concreta que aquí se adopta, sino fundamentalmente por el propio autor al que admiro por su trabajo cinematográfico y, sobre todo, por la actitud que mantuvo durante toda su vida y, concretamente, durante aquellos horribles y vergonzosos años de la caza de brujas que emprendió el Comité de Actividades Antiamericanas (HUAC).

Quizás saber de antemano la situación de su protagonista (¿quién no ha visto la película u oído hablar de ella o del propio libro?), un hecho que en la novela se nos va desvelando poco a poco y en un principio bajo la duda que nos ofrece un narrador poco fiable, me restó algo de su atractivo. Puede ser, aunque también es cierto que este conocimiento dotó a los primeros momentos de la narración, posiblemente los más flojos de la obra, de una fuerza de la que carecía. Una fuerza que el autor sí supo conferir a muchos otros momentos de la novela pero que también sentí decaer en cada uno de los flashback sobre la vida que el protagonista vivió antes de la guerra en un idílico pueblo de Colorado, muy a lo Norman Rockwell, y que el autor contrapone al horror que vive el protagonista y que en mi opinión no necesitaba de un contraste tan facilón.

Aunque lo más probable es que todo esto no tenga la menor importancia y que todo se deba a que estoy echado a perder y que esta literatura directa, de tan fácil lectura y tan diáfano mensaje no consigue ya conmoverme.