 |
Había leído otros dos libros de este autor: 1969, que me gustó muchísimo y uno ambientado en El Valle de los Caídos que simplemente se dejó leer, empecé uno de los de Víctor Ros y no pude terminarlo. Me parece una novela entretenida sin más, sin pretensiones. Como puntos a favor decir que la historia cierra bien, todo queda perfectamente explicado y eso siempre es de agradecer. También que la lectura es ágil, llegado un punto no la puedes dejar, cumple con su función de entretener. Peca de predecible, yo adiviné al asesino sobre la página 200. En contra. La narración empieza en pasado y en un momento dado cambia a presente, supongo que busca el efecto del contraste pero en ese momento pierde fuerza. Los personajes no son creíbles, todos ellos son alegóricos, hablan de forma poco creíble para sus características y hacen cosas menos creíbles aún, todo es demasiado idílico y el intento de meter sexo resulta en un truño, afortunadamente breve, es sonrojante leer unas escenas tan ridículamente llenas de tópicos. En general están tan mal perfilados que a veces producen cierto pudor o sensación de vergüenza ajena, como si el autor infravalorase a los lectores. También hay cosas cogidas por los pelos en la trama, es totalmente imposible que un pueblo pequeño olvide unos crímenes de ese perfil, la localidad de Don Benito se sigue recordando por un asesinato cometido hace más de un siglo, es absurdo pensar que un pueblo pequeño como describe la novela haya relegado al olvido nada menos que el asesinato de tres niñas, no hay localidad en España con semejantes características. Por último, el autor se deja llevar demasiado por sus ideas políticas y eso le resta credibilidad: iglesia mala, políticos de derechas malos, bohemio medio hippie bueno. Queda un poco absurdo. Aún así los amantes del género que no sean particularmente estrictos con la redacción y los detalles la encontrarán entretenida. |
>
