Limpia

Estela comienza a trabajar como empleada del hogar en casa del señor y la señora. Su intención no es la de quedarse mucho tiempo, pero las circunstancias hacen que se sucedan los días y allí permanece siete años después, momento en el que la hija del matrimonio, nacida al poco de comenzar Estela en la casa, muere. Y este es el suceso que se presenta al inicio de la novela y que sirve de punto de partida para que la protagonista narre sus comienzos al servicio de esta pareja frívola y atada a las apariencias, mientras intercarla algunos recuerdos de su propia infancia y su hogar.

La novela es un magnífico retrato de las vidas artificiales y huecas que construyen algunas personas que se perciben en un estatus superior, así como de la resignación a una precariedad ineludible de aquellos a quienes la vida pone a prueba con circunstancias más adversas.

La historia me ha mantenido completamente atrapada por su excelente prosa y acertado ritmo. Además, el hecho de presentar al inicio un hecho tan impactante como la muerte de la niña que ella cuida en esa casa, hace que quieras saber qué circunstancias condujeron a tal desgracia. Una niña que lejos de conservar una inocencia propia de la edad, responde más a los patrones de sus progenitores, mostrando una personalidad ansiosa y mezquina.

Los personajes están magistralmente dibujados, llevando al lector a momentos en los que sentirá cierta impotencia al empatizar con la empleada. Ella es la que narra esta historia, contándola a un público que espera que esté escuchándola, enfoque que me ha resultado muy original.

En definitiva, una novela que me ha sorprendido y que recomiendo. Es de esas historias que a mí me fascinan, narraciones de vidas imperfectas, de sentimientos que fluctúan entre la luz y las sombras, de rutinas en las que breves cambios pueden despertar nuevos anhelos, excelentes radiografías de la cara más nefasta del ser humano. Un libro redondo que he disfrutado.