Presentes de un porvenir

Escucho ese "Instante de luz", que incluye Estefanía Toro en la banda sonora de Presentes de un porvenir (Hilatura Estudio Editorial, 2022), mientras repaso las notas, divididas en estaciones, que bailan al compás de la Melodía Westmister. La misma que vivía dentro del viejo reloj de pared de la casa de mis abuelos que, aunque haya desaparecido, continúa marcando los latidos de mi corazón cuando cruzo la primera página de un libro.

Nuestra existencia es un viaje. Hay jornadas lluviosas, de tormentas internas, y otras tan soleadas que agosto se agita entre las sábanas compartidas mientras, fuera, enero se muere de envidia. A veces, durante un tiempo, nos convulsiona el amor y nos dejamos llevar por la fantasía del «para siempre». Que bien puede durar diez años, ocho nietos o una temporada estival. Lo fundamental es sentirlo de manera generosa, sobre todo con uno mismo, gestionar las distancias, tratando no ahogarse en las despedidas. Y si las ausencias, o las demandas, son demasiado distintas, habrá que aceptar que ha llegado la hora de irse. Escuchar el sonido del reloj. Contener las lágrimas. Apretar los dientes. Saber cuándo marcharse es un arte.

Y siempre llega una nueva primavera. Se llenarán las terrazas. Invadirán el verde las margaritas. Ser capaz de mirarse al espejo, pedirse perdón, aceptarse, darse una nueva oportunidad y tomarla sin reservas. Sin rencores. Sin reproches. Porque una se sabe libre y hace mucho tiempo -desde antes de que comenzara nuestro tictac-, le sonreía a todo lo que había dejado atrás. Empezar de nuevo es la oportunidad de amar mejor, reír con mayor entrega, disfrutar de cada segundo, de cada canción. de cada recuerdo. Porque «el pasado es un lugar que solo hay que visitar para sacarle provecho».
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