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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
23 December 2019
La de años y años que llevaba detrás de este libro... yo quería aquella edición tan preciosa grande y de portada roja descatalogada desde hace años, pero los precios prohibitivos de segunda mano han hecho que no pueda hacerme con él hasta esta reciente edición... y sí, ahora mismo estoy muy enamorada de las cartas, de los dibujos, de todo lo que significan y del mismísimo Tolkien en persona si se tercia.

En una introducción inicial se explica el contenido del libro: cada Navidad, desde 1920 hasta 1943, en casa de los Tolkien se recibía puntualmente correo desde el Polo Norte con un remitente muy especial: Papá Noel. John, el primogénito de la prole Tolkien, tenía 3 años cuando llegó la primera carta, breve, concisa y con unas palabras afectuosas. Ese tipo de cartas llegaron durante unos cuantos años más pero, conforme fueron naciendo sus hermanos (Michael, Christopher y Priscilla), las cartas fueron alargándose, introduciendo nuevos personajes, contando aventuras sin fin, anécdotas de la vida en el Polo Norte, desavenencias con otras especies... convirtiendo la recepción y la lectura de estas cartas en todo un acontecimiento.

De este modo entraron en liza el Oso Polar y sus sobrinos, Paksu y Valkotukka; los Hombres de la Nieve y sus hijos, los Niños de la Nieve; el Oso Cavernario; los malvados trasgos que roban regalos y con los que deben entrar en guerra cada pocos cientos de años; los elfos ayudantes... y con ellos las cartas narraban la vida en el Polo Norte, las dificultades para preparar los regalos todos los años, las torpezas bienintencionadas del Oso Polar, cómo tuvo que mudarse Papá Noel a la Casa del Acantilado... Fijaos si los niños Tolkien esperaban con ansias estas cartas cada año que a partir de cierto momento las misivas desde el Polo Norte ya no llegaban solo para Nochebuena, sino que a veces el pobre Papá Noel ya tenía que responder cartas de estos niños desde octubre y debía escribirles varias veces en los últimos meses del año.

Leer estas cartas siendo niño, con esa inocencia, con la certeza de que te estás carteando con el mismísimo Papá Noel, me parece simplemente mágico. Pero leer estas cartas en edad adulta, cuando ya conoces la fealdad que impera en el mundo, cuando ese mundo a veces da poco margen para creer en la magia y en las cosas buenas que nacen del corazón, emociona... emociona imaginarse el contexto en el que nacieron estas cartas y la constancia y el cariño con las que perduraron hasta que la última de la prole Tolkien, Priscilla, cumplió 14 años y se interrumpieron.

Tolkien, el maravilloso Tolkien, otorgó a Papá Noel una caligrafía temblorosa a causa de su avanzada edad; y cuando el Oso Polar empezó a intervenir en las cartas, le concedió una letra más angulosa y grande porque sus gordas y enormes patas no podían escribir de manera más elegante; y cuando Ilbereth, el secretario elfo de Papá Noel, empezó a echarle una mano con la correspondencia, su letra pequeñita-pequeñita resultaba claramente distintiva. Cada habitante del Polo Norte tenía su propia personalidad en esas cartas, todas ellas con letras en rojo y negro, con anotaciones aquí y allá, pequeños dibujos... Me imagino a Tolkien sentado ante su escritorio no solo ideando las aventuras que iba a narrar, sino quién las iba a narrar y, llegado un punto, incluso dibujándolas. Porque sí, al principio solo dibujaba los sellos del Polo Norte que aparecían en los sobres de las cartas, pero a partir de 1925 también empezó a mandarles dibujos que ilustraban lo que les contaba en las cartas, y creedme, algunos de esos dibujos son simplemente maravillosos en su sencillez. No podía evitar sonreír cuando leía en la carta eso de que "solo le había llevado un minuto dibujarlos" y pensaba en el tiempo que realmente debía dedicar a cada unas de esas imágenes.

Estas cartas, que abarcan 24 navidades, son un testimonio fantástico no solo del cariño que había en esta familia, sino de la época en que fueron escritas y la propia carrera como escritor de Tolkien. En lo que respecta a la familia, no solo conocemos a los cuatro hijos del autor, sus gustos, los nombres de sus muñecos... sino que vamos viendo cómo van creciendo y dejan de escribir a Papá Noel aunque Papá Noel siempre se acuerde de ellos en sus cartas y, con respecto a esto, cómo debía llegar un punto que los mayores iban descubriendo quién escribía realmente esas cartas y callaban para que sus hermanos las siguiesen disfrutando. Por las cartas se deduce que ningún hermano jamás estropeó la magia al resto de sus hermanos, y a mí eso emociona, qué queréis que os diga (sí, estoy sensiblera, qué le voy a hacer). También en una de las cartas descubrimos que ya se había publicado El hobbit con un éxito tremendo (libro que mucha gente no sabe que Tolkien también escribió precisamente para sus hijos), y llega un punto en que la inevitable guerra y su miseria también meten la zarpa, aunque Tolkien en ningún momento se muestra condescendiente con su hija Priscilla (única destinataria ya por aquel entonces): no le esconde la realidad de lo mal que está el mundo, de las familias expulsadas de sus casas, de los niños que se han quedado sin hogar, de la falta de recursos, de que hay que compartir lo poco que hay para repartir... pero curiosamente sigue escribiéndole cartas desde el Polo Norte contándole las aventuras de un puñado de personajes fantásticos e irreales. Cruda realidad y magia dentro del mismo sobre.

A mí estas cartas me han transmitido cariño y amor a raudales, valores y buenos sentimientos, fantasía, aventuras, humor, muchísima imaginación... pero a Tolkien también se le escapa cierta nostalgia y melancolía que va en aumento con el transcurrir de los años conforme sus hijos crecen, Europa entra en guerra, etc..., aunque supongo que esas cosas solo las notamos los adultos (afortunadamente).

Lo he dicho arriba: estoy enamorada de este libro, sin más. Idear algo así, crear todo ese mundo y mantenerlo durante más de dos décadas ininiterrumpidamente, solo está al alcance de mentes privilegiadas con un genio infinito y un corazón de oro. Un libro al que recurrir de vez en cuando para releer alguna carta, recordar algún dibujo, volver a reírse con alguna aventura... pero no solo en Navidad, sino en cualquier época del año.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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