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En Tierra profana, Tidhar se retrotrae a un precedente histórico real para dar comienzo a su historia. En la introducción, el autor explica que el Congreso Sionista inspeccionó, aparte de Israel, tierras en el este del África británico como una solución al creciente antisemitismo europeo. Después de la expedición, declararon inadecuada la tierra propuesta y el acontecimiento quedó marcado en los anales de la historia como una nota a pie de página. Sin embargo, hay quienes piensan que si los judíos se hubieran establecido allí, es posible que el Holocausto nunca hubiera sucedido. Tidhar rescata esta solución en su ucronía e intenta resolver una de las mayores injusticias y barbaries de la historia de la humanidad. Sin embargo, como una hiedra, este cambio hace brotar nuevos desastres en su lugar. Lior Tirosh, a quien no puedo evitar considerar el alter ego del autor, regresa a su hogar en la capital de Palestina, la ciudad de Ararat, en África Oriental. El motivo: visitar a su padre enfermo. Un viaje a primera vista normal se transforma en una búsqueda detectivesca de la verdad después de que el protagonista sea acusado del asesinato de un amigo de la infancia. Un amigo de la infancia que lo sorprende en su habitación de hotel y le habla sobre una futura guerra causada por la construcción de un muro fronterizo destinado a mantener alejados a los refugiados. Esta es la puerta de entrada a un laberinto de agencias secretas, mundos paralelos, ataques terroristas y misticismo. Con un desarrollo histórico distinto, ¿será capaz la humanidad de evitar la repetición de los mismos errores? ¿Y dónde está la sobrina de Lior? La prosa de Tidhar es adictiva, fluida, magnética y vívida. La lectora puede saborear y oler las diferentes ciudades, sentir la nostalgia y el dolor de un país que nunca llegó a existir... La combinación de la narración en primera, segunda y tercera persona es intrincada, pero se combina a la perfección dentro del misterio que nos presenta. Tierra profana es una exploración sobre cómo el hogar afecta a la identidad y sobre los conflictos generados por el apego y la pertenencia a un territorio; una auténtica carta de amor a la tierra que consideramos nuestro hogar. La relación violenta de la Palestina alternativa con los habitantes originales es demasiado familiar, al igual que ese muro destinado a dejar fuera a los refugiados africanos, o el control fronterizo agresivo. |
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