En este libro se alude constantemente a los sueños. No a la realización de los mismos sino al legado de unos padres que trataron los sueños como lo que son: una prolongación de la memoria, del lugar del que se procede, como una serie de armas volátiles que nos ayudan a no olvidar, a agradecer nuestra suerte, a caminar hacia el futuro. Nunca antes encontré un libro que hablara del exilio con tanto amor, con esa inmensa gratitud, remarcando la existencia de las injusticias y las guerras, pero también de la generosidad y el consuelo. El lenguaje poético de Kim Thuy ha sido inventado para devolvernos la esperanza. |