Sharko

Pueden existir spoilers de las anteriores entregas.

Era evidente que con el título de esta nueva entrega de la saga más famosa de Thilliez, se hacía referencia a un caso mucho más personal para Sharko y Lucie. Así lo evidenciaremos cuando Lucie se implique en una pista que su tío, recientemente fallecido, estaba investigando. Parece que una mujer desapareció a manos de un hombre al que su tío ya seguía la pista, y Lucie decide saltarse todas las reglas de la legalidad y entrar en la casa del sospechoso a echar un vistazo.

Cuando está dentro todo sucede muy rápido, Lucie no da crédito a lo que ve en el sótano, ¿qué tipo de persona puede provocar semejante aberración? Después: un empujón, unos ojos oscuros llenos de ira que la miran, un forcejeo, unas manos que tratan de dejarla sin aire en los pulmones y una detonación que acaba con el cuerpo sin vida del hombre. A pesar de que Sharko no sabía nada de esa investigación, Lucie decide llamarle. No sabe cómo reaccionar ante lo que acaba de ocurrir. Ha matado un hombre, irá a la cárcel. Pero Sharko no piensa permitirlo, su familia no puede destruirse, además no es la primera vez que actúa ilegalmente. Altera la escena del crimen para que parezca un asesinato terrible y este acabe en manos del 36 Quai des Orfèvres de la policía judicial. Ellos mismos serán quienes lo investiguen.

Es así como sin quererlo Lucie destapará la vida de Ramírez, el hombre al que mató, un auténtico monstruo que parece tener relación con un grupo de tipo sectario que está obsesionado con la sangre. Y por ello, arrastran tras de sí numerosas desapariciones y muertes. ¿qué intereses hay detrás de esa sangre? ¿buscan jugar a vampiros o es algo mucho más cruel?

El grupo de investigación se enfrentará a uno de los casos más complejos y sangrientos (nunca mejor dicho) en el que han trabajado. Donde Thilliez vuelve a demostrarnos que es un maestro a la hora de desarrollar una trama coherente y aportar gran cantidad de información interesante. Esta vez relacionada con la sangre, las enfermedades, las sectas, el vampirismo, o algo tan extravagante y curioso como el bioarte. Una trama no apta para estómagos sensibles.

Como si no tuvieran suficiente con la complejidad del caso, o con el hecho de que hay cosas que no cuadran tras los "cambios" en la escena del crimen que realizó Sharko, la pareja de investigadores sufrirá por lo que pueda pasarle a su familia. Todo puede saltar por los aires si cualquiera de sus compañeros descubre que ellos están implicados en el caso.

A pesar de que Lucie mató a un hombre que no estaba limpio, la angustia y los recuerdos de lo que hizo no dejarán de acosarla durante toda la trama. Incluso Sharko, que siempre se muestra fuerte, parece resquebrajarse por momentos y sentiremos su debilidad ante lo que pueda pasar a su pareja. Además su compañero Nicolas, un gran investigador y un hombre que está sufriendo por lo ocurrido en la anterior historia, parece obsesionarse con el caso y demostrará que siempre está a la altura de las circunstancias, incluso cuando está en su peor momento personal.

Una de las cosas que pasa con Thilliez es que su mayor enemigo es él mismo, es inevitable no comparar sus nuevas lecturas con las anteriores, y muy complicado que siga manteniendo ese nivel de otras veces. En esta nueva entrega el nivel ha subido respecto a sus dos predecesoras y su autor sigue demostrando que está a la altura de los lectores más exigentes del thriller.

"Sharko" es una novela negra que vuelve a repetir las mismas pautas de entregas anteriores, una trama espeluznante, en la que destacan la ciencia y un tipo peculiar de maldad, aderezado con datos históricos y cierta crítica social. Impresiona la habilidad de su autor para convertir una historia tan compleja en una lectura de ritmo vertiginoso. Sumado a todo esto, la tensión aumentará al ser el caso más personal de Lucie y Sharko, un caso que podría acabar con dos grandes investigadores.

En definitiva, Thilliez demuestra una vez más estar a la altura de esta saga y se convierte en un autor que ningún amante del género debería perderse.

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