 |
En un ambiente postapocalíptico, al más puro estilo Rick Grimes (The Walking Dead), aparece Pestilence montado sobre su caballo blanco mientras atraviesa el mundo para extender la plaga que le da nombre. En su camino se cruza Sara, quien intenta matarlo y acaba convirtiéndose en su prisionera y compañera de viaje. Lo que no espera ninguno es que pasar tanto tiempo juntos, despertará en ellos sentimientos a los que él no sabe poner nombre y ella se niega a admitir. Si hay algo que destacar de esta historia, es que a pesar de su sencillez, te sumerge de lleno en el mundo creado por la autora y te hace disfrutar de sus personajes desde el principio. Pestilence y Sara conforman un dúo que me ha hecho reír más de una vez, porque las diferencias entre ambos son abismales. Ella es una chica que tiene claro sus ideales, pero estos se irán resquebrajando a medida que va conociendo a Pestilence. A pesar de la situación, no es exagerada en sus actos, algo que agradezco mucho y hace que gane puntos. Es sensata, valiente y sarcástica, una chica que solo quiere la redención del mundo aunque suponga su propia perdición. Por su parte, Pestilence ha sido un personaje que ha ido de menos a más. Tiene una evolución de lo más interesante, porque sus únicos pensamientos son propagar la plaga y terminar con su misión. Es un personaje muy enigmático y misterioso, hombre de pocas palabras, pero que cuando deja ver su interior, te das cuenta de que oculta más de lo que dice. Si hay algo que valoro mucho en una historia, es poder imaginarme cualquier situación que me describan y aquí he podido hacerlo en cada página sin ninguna dificultad. No son necesarias amplias descripciones para ello. También el libro está plagado de reflexiones sobre la fe y la humanidad, al igual que se hace una crítica muy importante a que nos estamos cargando nuestro planeta, el único que tenemos y que tan poco valor le damos. La autora lo hace de forma sutil, pero el mensaje está ahí. Enlace: https://www.instagram.com/p/.. |
>
