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Una niña que nace en una familia ortodoxa quizá no llegue a apreciar lo distinto que es el resto del mundo fuera de su comunidad, porque nunca sale de ella. Pero si tu padre vuela por los aires cuando tú tienes cinco años, y tu entorno se convierte en el reino de las mujeres fuertes y transgresoras, quizá entonces comprendas que hay diferencias que pueden limarse. El precio puede ser alto (o no, según el orden de prioridades). Pero cuando todo tu sistema de creencias se desmorona, no te queda más remedio que vivir con lo puesto, lejos de algunos, improvisando; arrastrando la sensación de ser alguien a medio hacer.
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