El peor pecado es el que el pecador no quiere ver.
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El peor pecado es el que el pecador no quiere ver.
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—¿Por qué? —Sabéis muy bien por qué. |
Una vez que terminase ese día sangriento, podría admitir ante sí mismo lo que había visto, cuando tuviera tiempo para que se le rompiera el corazón.
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Para ser un príncipe hace falta ser algo más que conquistador.
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Esa noche su sangre saciaría la sed de Verona.
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La pasión no puede ser vergonzosa si su objeto la comparte.
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Sí. Somos tan distintos de Romeo y Julieta como lo son la noche y el día.
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En la bella Verona, los enemigos aún caminan por las calles. Dos corazones de noticias. Mismas dos familias.
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¿Cómo sería amar a alguien con tanta desesperación que no importase lo que tu propia muerte pudiera causar a tu familia? Por mucho que lo ensalzasen los poetas, un amor así era algo que ella no concebía.
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Habían transcurrido dos semanas y varios días desde que la flor y nata de la juventud de la ciudad hubo terminado de matarse unos a otros.
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Manolito ...