Un adagio para Anabel

Aunque en un principio esta novela parece más bien una historia de fantasmas, poco a poco, al leerla, te das cuenta de que se trata más de un thriller, que enseña su lógica según te sumerges en la lectura.

Esta novela recuerda a las de Edgar Allan Poe, o a otros escritores del romanticismo, con testimonios oscuros de personajes siniestros y descripciones de bosques y mansiones que quitan el aliento. Estos toques góticos son los que juegan con el lector, haciendo que éste juzgue el libro al principio de la lectura, para luego hacerle cambiar de opinión al final de la misma.

La historia se puede dividir en dos partes: la primera, en la que un doctor viaja a la casa de al lado de la familia Soto, donde Anabel sufre un accidente que la lleva a requerir su ayuda; y la segunda, en la que la propia Anabel cuenta su historia y la de su familia.

Los personajes, aunque no muchos, van desvelando los secretos de esa extraña mansión en la que hay multitud de pasillos, puertas enormes, otras pequeñas, algunas que no dan a ninguna parte, habitaciones olvidadas, cuadros de antiguos inquilinos… Así, se puede ir encajando cada pieza de este puzzle, que al final cobra sentido para deshacer todos los juicios que se han hecho en un principio.

Un libro entretenido, sin demasiados detalles que terminen sobrando, dando la información con cuentagotas para que la lectura se haga amena y enganche una vez que te sumerges en sus páginas.