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Crítica de Soraya47


Soraya47
04 August 2018
Naomi es una chica japonesa de clase baja de quince años que trabaja de aprendiz de camarera. Jōji tiene veintiocho años, es ingeniero. Desde un principio se siente atraído por los rasgos casi occidentales de la chica. Él le ofrece cuidarla, tomarla bajo su tutela dándole la educación que le fue negada para más tarde casarse con ella. Naomi acepta.
Jōji en primera persona nos relata toda la historia, lo que será su vida en común en unos años en los que Japón cayó rendido a las modas occidentales. No vamos a leer una especie de Lolita, esto es distinto porque desea educarla, es algo más parecido a la obra de Shaw, Pigmalion. Aquí no hay esa perversión (por decirlo así) que tenía la novela de Nabokov. Jōji no espera nada sexual por parte de la chica ni siquiera se plantea el sexo ni el contacto físico, lo que desea de esta relación es dar un cambio en su vida, sentir desde el respeto cómo se convierte en una mujer digna de sentirse orgulloso de ella. Pero Naomi tiene otros planes.
Naomi está al borde de una nueva era. Las mujeres de su pasado estaban atadas a muchas tradiciones que las mantenían en un estado de ciudadano de segunda. Todos sus deseos personales se reservaron para el bien mayor: el honor de sus familias y hogares. Naomi quiere probar la libertad, los placeres del mundo occidental. Esto ha despertado deseos egoístas en ella, según los estándares tradicionales. Ha descubierto el poder de la feminidad aprendiendo a manipular su mundo para que así sea. Jōji al ceder a sus demandas, cambió los roles tradicionales de hombre y mujer en Japón, ahora es el subordinado. Ella es la seductora arquetípica, una súcubo, una sirena, que ha utilizado ese poder de mujer para remodelar su mundo a su manera.
La diferencia de edad no es importante, al fin y al cabo, hasta en Occidente una mujer con la menstruación ya podía contraer matrimonio, pero sí hay cierto fetichismo con esa atracción que Jōji tiene por los rasgos y la piel occidental, tal vez en parte se deba a que los occidentales en ese momento tenían supremacía mundial y eran considerados en cierta manera superiores. Y los asiáticos de segunda clase, por tanto.
No es un tipo de novela romántica ni busca ninguna enseñanza moral en la historia, yo diría que nos avisa o nos advierte de cómo puede acabar el recatamiento, lo reprimido. Creo que no causa los mismos sentimientos si es leída por un hombre o una mujer. Es verdad que ella más que una mujer moderna es egoísta y cruel, los besos nunca son de amor parece que con ellos succiona la personalidad de Jōji . Pero ¿acaso no fue él quien la buscó, quien quiso llevársela a su vida? Me recuerda en cierta forma cuando hacemos un favor a alguien y luego nos dice aquello de: “Bueno tú lo hiciste porque quisiste, nadie te obligó”.
Nuestro autor nos narra la historia en un lenguaje sencillo. No usa grandes palabras y adornos para dar valor a su relato comunicándose casi como un suspiro para que la podamos entender.
La historia no es triste, hay diálogos muy divertidos con los cuales llegaremos a esa relación de amor odio con ella. Pero sabremos cómo se siente alguien derrotado y humillado, al perder su dignidad llegando al fondo de la abyección.
"El amor de un idiota" nos contará una maravillosa historia inolvidable que mucha gente ha vivido y vivirá porque siempre hay personas que desean dominar y otros que lo entregan todo a cambio de nada.
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