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Crítica de Kaeri


Kaeri
24 March 2022
Cuando leo ficción, una parte de mi criterio se basa en la experiencia emocional que he vivido con el libro. Jamás me he parado a pensar que eso no puede ocurrirme con las novelas de no ficción.

Nunca es bueno forzara un lector a leer algo que no le interesa, es mejor que dicho lector encuentre un tema de interés en el que, por fin, pueda iniciarse en dicho tema sin otra cosa que su propio interés: esto es lo que me sucedió a mí.

Hasta que no llegué a este libro jamás me interesó la no ficción. Tenía el prejuicio de que eran parecidas a los libros de auto ayuda: se explicaba muchos conceptos descritos de forma científica y que sólo el escritor entiende.

Reconozco que le entré al libro por una curiosidad morbosa que llevo encima desde que tengo uso de razón.

Encontré de todo.

En El motel del voyeur encontramos a un hombre en apariencia normal frente a sus clientes, pero bajo esa capa de normalidad habita un hombre que le gusta mirar a esos mismos clientes cuando entran en sus habitaciones y “se quitan la máscara” por así decirlo.
Este señor, para mí un loco muy cuerdo, vio de todo, tanto, que no me resultó extraño que su percepción de la vida cambiase para mal.

El ser humano es una persona hipócritamente moralista. Necesitamos con desesperación ser aceptados por una sociedad igualmente hipócrita y tendemos a seguir el redil aún si sus propios ideales van en contra de lo que se predica. Esta idea, aunque se explica de otra forma en el libro, es lo que el voyeur percibe cada vez que sube a su desván con la intensión de mirar qué travesuras hacen sus inquilinos de paso.

Hay muchos testimonios de encuentros sexuales; la verdadera intensión del voyeur era ésta, acechar gente teniendo sexo ya sea consigo misma, en pareja o en grupo. Pero también hay testimonios divertidos y otros que ponen en juicio la moralidad y el deber como ser humano, tanto del voyeur como del propio Gay, el autor de este libro.

Y es que, se puede ser un voyeur confeso y sin remedio siempre y cuando nadie se entere, porque como dice el dicho “ojos que no ven, corazón que no siente” pero ¿sacrificarías tu secreto a cambio de hacer un bien?
Ser un voyeur también tiene sus límites. Pero también te pone a prueba. al final, lo que importa son las decisiones que tomas y acarrear con ellas.

Hay un punto importante que toca el voyeur casi al final del libro y es con referencia a 1984 y las nuevas estrategias (obsesión) del gobierno americano en colocar cámaras por doquier, invadiendo no sólo la privacidad del ciudadano, sino tomando información con descaro de dicho ciudadano y disfrazarlo con la excusa de “pillar a nuevos terroristas”. La comparativa que hace Gerald (el voyeur), entre este tipo de voyerismo violento y aceptable con el suyo propio es interesante.

También es interesante la conclusión al a que llega Gerald como consecuencia de todos esos años de “mirón”. una conclusión que todos nosotros sabemos, pero que no somos conscientes de ello hasta que lo vivimos en nuestras propias carnes.

Recomiendo su lectura.

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