La música de los huesos

Anne ha dejado su trabajo en Madrid con la intención de dar un giro a su vida. Pero, antes de empezar con sus nuevos proyectos, decide pasar el verano en la vieja casa familiar situada en la ribera navarra. Allí, en una impresionante mansión de indianos –única en la zona- pasó sus veranos de infancia y guarda un gran recuerdo. Está deseando reencontrarse con sus amigos, con algunos de los cuales aún guarda contacto. Pero los planes no tardan en truncarse: aún está en San Sebastián, visitando a su abuela y cogiendo las llaves de la casa cuando el jardinero les llama para decir que, al realizar obras para la renovación de la fuente del jardín, han aparecido unos huesos. Anne ha de ir corriendo para allí y ver qué es lo que ha pasado.

Como va siendo costumbre, la historia se cuenta a través de dos tramas: una situada en el presente y otra en el pasado. La del presente es la que os acabo de contar y se centrará en la investigación que se iniciará para descubrir si esos huesos son humanos y, si es el caso, a quién pertenecieron. La del pasado incumbe a la madre de Anne, Marga, que, como su hija, pasaba los veranos en la casa familiar. Es el verano de 1978, Marga es poco más que una adolescente y, por primera vez, se queda sola en la casa. Junto a su gran amiga prepara el festival de música que va a tener lugar en el pueblo en los próximos días.

La historia del presente se narra por la propia Anne, en primera persona, mientras que un narrador omnisciente se encargará de contarnos la del pasado. Así, nos meteremos en la mente de Anne e iremos conociendo sus sensaciones e impresiones a medida que vaya descubriendo cosas mientras que la historia de Marga la veremos un poco desde fuera con lo cual no nos adelantamos a los descubrimientos de Anne. A mí me ha gustado esta dualidad de narradores, me ha parecido un acierto.

“La música de los huesos” es la primera novela de Nagore Suárez y venía avalada por unas críticas de lo más favorables. Si bien es cierto que he encontrado alguna cosilla que se podría pulir, también lo es que la he disfrutado muchísimo y que la he devorado. A ello contribuye la dualidad de historias y narradores, los capítulos cortos que alternan presente y pasado, la abundancia de diálogo y la facilidad de lectura. Es un libro que, literalmente, vuela entre las manos. Las páginas se pasan sin darte cuenta y sin que cueste el más mínimo esfuerzo. Se suele hablar de libros “piscineros”; éste sería perfecto para ello. Pero, dadas las fechas en las que estamos, también es perfecto para un fin de semana de sofá, manta y té calentito. Porque eso es lo que a mí me ha durado: un fin de semana.

La parte del pasado me ha gustado mucho porque me ha traído reminiscencias de los veranos de mi infancia. Yo también los pasaba en una casa de pueblo y, aunque no era de indianos, ni mi pueblo tan grande como el de Anne, ni siquiera estaba en Navarra, no sé, lo que contaba la autora me ha retrotraído al ambiente de aquella época, a mis amigas del pueblo, a esas conversaciones, a cuando venían “forasteros”… Me ha hecho evocar una época tremendamente dichosa, en la que yo también estaba haciéndome mayor, enamorándome por primera vez, quedando con las amigas…

La parte del presente también me ha gustado. Hay una intriga y una investigación que se entremezcla con cuestiones personales. Esta parte de intriga está bien llevada aunque llega un momento en que podamos anticipar lo que va a pasar, lo que no le quita ningún aliciente a la historia pues quieres saber cómo se resuelve todo.

Conclusión final

“La música de los huesos” es un thriller muy ameno y de ritmo rápido que os hará pasar un buen rato si, como yo, decidís leerlo.

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