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Esta es una novela llena de emociones y muy divertida a la vez, a pesar del tema que aborda. Me ha encantado la forma en la que el autor plantea el tema del autismo porque se nota que está escrito con el corazón, ya que está inspirada en la experiencia personal del propio autor con su hijo. El protagonista se cuestiona a sí mismo en muchas ocasiones, desbordado por el carácter y el comportamiento de su hijo Sam, ya que nunca está presente ni se implica con su hijo. La relación entre ellos es muy fría, llena de angustia e incomprensión. Pero la evolución de Alex, es maravillosa. Poco a poco, va resolviendo todas esas preguntas, superando retos, armándose de valor y dejando de lado los juicios de un mundo que parece no estar preparado para su hijo. Sam es de esos personajes que te llenan de ternura También me ha encantado la forma en la que se ha utilizado los videojuegos para conectar a ambos personajes y mejorar su relación, a pesar de que algunas explicaciones (demasiado extensas) sobre detalles del videojuego se hacían un poco pesadas. De este libro me quedo con: el mundo está lleno de niños como Sam, que están llenos de luz. A los que hay que ayudar a entender el mundo que les rodea, de la forma que sea. Porque nunca es tarde para construir el resto de nuestra vida, seas quien seas. |
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