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¿A quién no le gusta empezar un nuevo año y dejar atrás lo malo del año anterior? Fredrick, Nina y sus dos hijos pequeños van a celebrar la última noche del año en la casa de los Wiksell, como es tradición, pero Nina está preocupada por lo que pueda estar sucediendo en su casa, ¿Cómo ha podido ceder y consentir que su hija Smilla celebre una fiesta con veinte adolescentes? ¡Es de locos! al menos una cosa quedó clara, nada de drogas y para beber solo sidra o cerveza. Confía en Smilla, en sus diecisiete años nunca han tenido problemas con ella, pero Jennifer Wiksell, la hija de sus amigos ya es otra historia, nunca ha tenido límites y desde pequeña ha hecho y deshecho lo que ha querido. Aún así tendrá que mantener la calma al menos hasta que vuelva a casa. El primer día de año siempre es motivo de alegría, pero los Wiksell empiezan el año de la peor manera posible cuando su pequeña Jennifer desaparece sin dejar rastro. La Navidad es una de mis épocas favoritas del año y cuando vi esta novela ambientada en ella, con una desaparición de por medio y con esa portada tan llamativa decidí lanzarme a por ella. Nada más comenzarla me asombró la rapidez con la que se lee, podría decir que se devora y todo gracias a unos capítulos muy cortos, algunos con un par de hojas, una gran cantidad de diálogo y poquita descripción. Personalmente agradezco leer este tipo de novelas entre otras más densas. La narración es muy gráfica y alterna en los capítulos a diferentes narradores, además, también hay capítulos del pasado, aunque me habría gustado que hubiese alguno más. La historia no se centra en la investigación policial y eso es algo que he echado de menos, ser participe de la investigación, la cual es muy escueta y sin duda bastante secundaria. En cambio, sí sabremos cómo se sienten ambas familias y cómo actúan cuando desaparece Jennifer y es bastante interesante. Desde el primer momento la autora nos señala a un personaje como sospechoso de la desaparición lo que ha hecho que me replantee lo sucedido continuamente sin llegar a acertar con el final. He logrado empatizar con Lolo, la madre de Jennifer y no he soportado a Fredrick el padre de Smilla. En algunos momentos hay actitudes que me han chirriado, aunque finalmente he logrado comprenderlas. En mi opinión, el punto más negativo de esta historia es el ritmo que tiene durante la primera mitad del libro, en algunos momentos me ha dado la sensación de que la historia estaba atascada y la trama avanzaba bastante despacio. En cambio, el último cuarto del libro es mucho más emocionante, hay más de una sorpresa que me han con la boca abierta. ¿Os recomiendo esta historia? Sí, si lo que buscas es pasar unas horas entretenido y más aún si necesitas desconectar de historias más densas. No, si lo que buscas es una investigación policial detrás de una desaparición. |
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