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Es la noche de fin de año y Jennifer y Smilla están entusiasmadas, han crecido juntas, criadas casi como hermanas por la amistad de sus padres. Es la primera vez que darán una fiesta de fin de año solas en casa. Sus padres, Lollo y Max, Nina y Frederick, respectivamente, celebran una cena de adultos. Todo se tuerce cuando Jennifer abandona la fiesta tras una discusión y desaparece. Lollo y Max están a punto de descubrir una nueva cara de su hija, y Nina y Frederick podrán confirmar sus sospechas, Jennifer nunca ha sido tan buena como su hija. Estamos ante una trama frenética, la desaparición de una adolescente en una pequeña localidad y procedente de una familia muy apreciada. Es la típica historia donde terminas sospechando de todo el mundo, aunque la autora ya dibuja desde el inicio un claro culpable con el que experimentaremos la angustia de creer que en cualquier momento vendrán a detenerle. El paisaje es frío y solitario, los personajes están muy bien perfilados, podemos empatizar con su dolor y sus reacciones son de lo más lógicas. Todo ello se enmarca en un momento festivo, el año nuevo, lo que conlleva que toda la trama suponga un entramado perfecto para atrapar al lector. Lo que más me ha gustado es su ritmo, no decae en ningún momento la tensión y constantemente surgen nuevos trapos sucios que arrojan aún más posibilidades a la desaparición. Además, es un thriller sueco, y me ha gustado muchísimo sentir que los personajes en cierta manera tenían actitudes e ideales más alejados de nuestra concepción. En resumen, una novela increíble, de principio a fin, que he devorado en un par de noches, y con un final inesperado. |
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