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Lo leí en un día. La lectura me pareció fresca, con sus toques de humor, pero por la mitad, digamos que el ritmo empezó a parecerse al de una tortuga tomando una siesta. Sin embargo, de repente volvió a atraparme, como un mosquito en una noche de verano. Aunque no me dejó con la boca abierta, sí que me entretuvo bastante. El libro está narrado principalmente desde la perspectiva de Bianca, pero hay varios capítulos narrados por Hugo y Belinda, lo que aporta diferentes puntos de vista y distintos enfoques a la historia. El personaje que más me gustó es Hugo; es atento, leal, servicial y tiene un culo ideal para partir nueces. Me partí de risa con el apodo que le pusieron: ¡Cascanueces! Belinda, en cambio, no me cayó muy bien, es más bocazas que un loro con megáfono; cada vez que soltaba una intimidad de Bianca, deseaba darle una colleja virtual. Los otros personajes no estaban mal. La madre de Hugo y Víctor podría haberme caído mal, pero parece que decidió tomar vacaciones en lugar de robarse el espectáculo. La parte romántica es tan predecible que hasta un ciego la vería venir; desde el principio sabes que Bianca y Belinda se emparejarán con Hugo y Martín respectivamente. Además, la muletilla '¡Por Dios y por la virgen!' aparece más veces que el repartidor de pizza en una fiesta universitaria. ¡Por Dios y por la virgen, qué exceso! Sí quieres pasar un buen rato, está es tu novela. |
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Crítica de Marixi
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