Euforia

El dolor, el arrepentimiento y la soledad serán los tres sentimientos con los que empieza esta novela contemporánea ambientada en Corea del Sur. Jun será el personaje que nos guíe en este regreso a casa, sin embargo, los componentes de su grupo de la adolescencia: Momji, Luha y Seju serán también las voces que nos narren esta historia de caída en picado y resistencia ante el vacío. Y, como veis, me centro mucho en marcaros los sentimientos que podemos encontrar porque no hay grandes catástrofes ni accidentes; lo que encontraremos serán los errores de hace tres o cuatro años, pero sobre todo encontraremos la reflexión sobre los mismos, sobre qué les llevó a ellos y por qué no pudieron apoyarse los unos a los otros.
Jun, por tanto, es nuestro guía porque parece que es el que toma el camino más maduro. Una huída hacia delante, sin tutor ni mentoría, en eso del hacerse adulto: se muda a Seúl, encuentra un trabajo y se independiza no solo de su familia, sino de su infancia. Sin embargo, esto no le trae la felicidad y ahí es donde entramos en el quid de la cuestión.
Amistad e individualidad
Así el tema desde luego es el desarrollo de una amistad y de unos sentimientos que no se podía controlar, la idea de una vida que oprimía y de las salidas incorrectas que tomaron todos. Y es que, aunque comencemos como Jun, como os decía más arriba cada uno nos contará su individualidad dentro de ese sentimiento en conjunto y comenzaremos a descubrir que había algo más que un suceso en un punto de la línea temporal.
Lo sucedido con Jun será el punto de inflexión, ya que en esa cadena que formaban los cuatro amigos, él era el eslabón fuerte, si él se quebraba, se rompía todo y eso es lo que pasó. Así en el presente que encontramos, solo mantienen relación dos de ellos y no es precisamente una amistad donde el apoyo y la protección imperen. Jun vuelve para asumir su responsabilidad con ellos, pero descubre que las heridas de cada uno eran mucho más profundas de lo que pensaba, en realidad de lo que quería ver.
Este será otro de los temas que se desarrollen en la obra, el cómo, a pesar de lo evidente de los problemas del resto, no podemos admitir que no estén bien. Y se debate si es por una intención de puro egoísmo o por desconocimiento, en mi caso, entiendo más al personaje de Jun, pero creo que la autora nos da la oportunidad de vernos representados en cada una de las formas de abordar estas cuestiones.
Pausas y respiros
Sin embargo, y como imaginaréis, en la obra hay muchos temas más, muchas subtramas que se desarrollan y que dan sostén a estas dos cuestiones principales. Todas ellas están narradas por la autora con un detalle y una cercanía que en muchas ocasiones en mi particular han hecho que tenga que dejar de leer un poco.
El estilo de Sonia es un estilo que te va calando poco a poco y que para cuando te quieres dar cuenta ya llevas un montón leído. No obstante, también nos transmite mucho con su prosa y teniendo en cuenta que se nos relatan problemas de enfermedades mentales, de relaciones sociales, a veces la propia historia nos pide que paremos, que respiremos y que asimilemos todo el dolor que hemos leído.
En mi caso, esto no me parece negativo, una lectura intensa y que te llega no puede serlo, pero si algo a lo que querer enfrentarnos y acogerlo con lo que tengamos. No es una historia optimista, es una historia bastante realista que nos insta a decirnos que siempre podemos continuar, siempre podemos intentarlo.
Lo que me dejo
La verdad es que al escribir la reseña soy consciente de que me dejo mucho, por ejemplo, también podemos encontrar en ella representación LGTB, podemos ver las dificultades que tienen las mujeres en Corea, además, podemos ver la cuestión de la dislocación de cómo nos vemos realmente y la realidad. Todos estos temas los encontramos muy bien desarrollados en la obra, pero es verdad que a mí me ha llegado más el conjunto de sentimientos que ha desarrollado la autora.
Esta intensidad, esta invitación a la reflexión sobre cómo nos sentimos nosotros y con los demás es lo que más os recomiendo de la obra. Los personajes están muy bien desarrollados, tan bien que parecen reales, y el estilo de la autora nos lleva de la mano a través de sus historias. Espero que os animéis y os dejéis conquistar por esa catarsis a la que nos invita la autora.

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