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Crítica de AlhanaRhiverCross


AlhanaRhiverCross
13 May 2021
Si no llevo mal la cuenta y sin contar algún relato, esta es la cuarta novela que he tenido la ocasión de leer de Sonia Lerones. No sé qué tiene ni sabría explicarlo si me lo preguntáis, pero esta autora escribe de forma que me toca la fibra y a la vez me abduce entre las páginas, que en mi caso han sido digitales. Para que os hagáis una idea, le concedo el (honorable) mérito de haberme separado de Seis de Cuervos durante los días que he tenido Euforia en las manos, como dato relevante para quien entienda de esto de los libros adictivos. Por si alguien lo va pensando nada más ver esa preciosa portada obra de la ilustradora Inma Moya en la que aparecen chicos coreanos, no, la novela no trata sobre un grupo de K-pop y si estáis buscando eso en concreto este no será vuestro libro. En cambio, si estáis buscando calidad a chorros, en estilo narrativo y en personajes, y una historia preciosa de amistad, nostalgia y segundas oportunidades, quedaos hasta el final.

Estamos ante una novela de personajes, en la que ellos son la clave de una trama que consiste básicamente en que vayamos conociéndolos y viendo cómo se relacionan. La reseña está libre de spoilers pero quizás haya detalles de los personajes y sus subtramas que quizás prefiráis ir conociendo a medida que leéis. [En los siguientes párrafos no hay spoilers como tal, pero describo personajes y sus circunstancias, así que si queréis podéis saltarlos hasta el siguiente aviso→] Jun vuelve a su ciudad natal tras haber pasado tres años en Seúl ganándose la vida con bastante éxito después de que una lesión truncara su carrera como atleta. No ha mantenido el contacto con las personas que dejó atrás, pero un extraño sueño en el que se ve a él mismo saltando al mar desde un acantilado mientras sus tres mejores amigos de entonces lo observan (así de fuerte empieza el prólogo), lo hace regresar porque está convencido que de que ese sueño significa que aún están a tiempo de salvar la estrecha relación que una vez los unió a los cuatro. El panorama que se encuentra no es fácil de encajar: Momji, introvertido, arisco y muy independiente, ahora mendiga por las calle durmiendo en cartones; Luha ha vuelto a ingresar en el hospital pese a que sigue negando que haya haya sufrido una recaída por culpa de su trastorno; y Seju se ha convertido en una cara conocida gracias a una campaña de publicidad que ha puesto su rostro a una marca de perfumes, por lo que sigue siendo insultantemente burgués y rico y el orgullo le impide reconocer la parte de culpa que pudo tener en que su amistad se rompiera, sobre todo después de su propio intento de suicidio. Así están las cosas, intensitas y con los sentimientos a flor de piel como si esos tres años no hubieran pasado para ninguno y a la vez como si todo hubiera cambiado y ya no hubiera nada que los mantenga unidos.

La premisa es de las más potentes que he podido leer estos últimos años y queda planteada en los primeros capítulos, en los que se cuenta lo justo para que se intuya todo pero sin que realmente sepamos nada ni en el orden correcto en el que sucedieron las cosas y las escenas clave que acabaron por distanciarlos. A pesar de que los cuatro son personajes principales, la distribución de las voces narrativas es desigual, así como también lo es la longitud de los capítulos, puesto que hay algunos de muy poquitas páginas y otros bastante largos, que suelen coincidir con los narrados por Jun. de hecho, podemos decir que el protagonista y narrador central es Jun, junto a algunos capítulos narrados por Momji y otros poquitos por Luha, mientras que Seju no tiene ese protagonismo como narrador y a pesar de la fuerza de su trama personal, queda relegado a un segundo plano más discreto en ese sentido pero no menos relevante para los demás. Jun es el astro y los otros tres son los satélites que giran alrededor sin poder acercarse ni alejarse más de lo que están. al volver a sus vidas, Jun remueve un montón de cosas que se han guardado dentro y que no dejan salir por diferentes motivos.

La novela toca temas delicados de los que es necesario incluir con esta naturalidad en todo tipo de tramas. La historia en sí se centra en la introspectiva de los personajes, así que es lógico que estos tengan un trasfondo psicológico bien construido, con problemas que resolver para que haya un mínimo de motor argumental. Jun acarrea todo tipo de inseguridades: se fue porque sentía que sobraba, que sus amigos estarían mejor sin él, que no era lo bastante bueno como para continuar siendo siempre el primero en cada carrera, que lo que siente por su amigo no es correspondido ni merecido. Luha soporta la presión de tener que ser perfecto, la toxicidad de una madre que le exige injustamente más y mejor en todo. Tiene un carácter alegre pero a veces se revuelve contra todo y muestra una parte de sí mismo un poco oscura e hiriente, porque a su vez tiene que lidiar con comentarios y reproches que minan su autoestima y lo empujan a no quererse a sí mismo por el miedo al fracaso. Todo ello ha derivado en un serio trastorno que lo mantiene entrando y saliendo del hospital bajo el ojo vigilante de su hermana Suni, periodista de investigación, alocada y temeraria por conseguir un buen reportaje y también bajo el ala protectora de Seju, que entiende lo que puede llegar a significar no poder más con tu propia vida. al ser rico, Seju parece que lo tenía todo y por eso sus amigos tampoco llegaron a comprender por qué se tiró de aquella azotea hace tres años y el que menos de todos Momji, que encima ahora tiene que ver su cara ampliada en las vallas publicitarias y que se haya hecho famoso y más rico como modelo mientras que él ha perdido su trabajo y no tiene un hogar estable al que volver por las noches. Las circunstancias de Momji lo han vuelto el más introvertido de los cuatro, aunque ya lo era antes de separarse, pero la construcción de que hay detrás de este personaje lo ha convertido en mi favorito prácticamente desde sus primeras apariciones. Es muy sarcástico, interpone la ironía como escudo y a veces es más ácido de lo que debería por proteger lo que le importa. Además, de los cuatro es el que guarda algún secretillo que le da a la trama un toque de misterio porque a ver si no ¿por qué recibe palizas nocturnas y se ve a escondidas con Suni, la hermana de Luha y ex de Seju? [←hasta aquí podría haber detalles que prefiráis no saber antes de empezar a leer la novela. El resto de la reseña podéis leer con tranquilidad]

En sí misma, la trama no es que tenga demasiados altibajos argumentales, más allá de los vaivenes de los personajes, sus encuentros y sus desencuentros. Avanza de forma muy lineal a través de las interacciones y recuerdos de los personajes que van narrando, con algún interludio para los saltos en la cronología. Sin embargo, lo que sí tiene, y muchos, son grandes altibajos emocionales. Está pensada para eso, para transmitir los sentimientos de los protagonistas y para arrancar reacciones en nosotros al ir leyendo. Creo que eso lo consigue sin apenas esfuerzo aparente aunque tenga lo suyo detrás. Además, relacionado con esto, también está el elemento que más me ha gustado de esta historia: los shippeos. Hay varios pero el principal y el más intenso me ha dado la vida estos días con tanta tensión en el ambiente. Hay algún otro que creo que solo está en mi cabeza, otro que queda algo inconcluso e incluso un tercero que es un poco ambiguo. Posibilidades hay para debatirlas un rato y ya que nos diga la autora si son canon o no. El toque de romance está muy bien llevado, es paulatino, tiene historia pasada para darle base y hay química, aunque teniendo en cuenta el contexto, en Corea del Sur, comprendo que se trate este tema de forma más contenida pese a que los sentimientos se transmitan lo suficientemente expresos como para tenerlos claros y que nos hagan suspirar.

Por otro lado, al no ser la primera vez que leo a Sonia Lerones, no puedo decir que me haya llevado una sorpresa enorme con su prosa: estaba dentro de lo esperado que me haya encantado de esta manera. Tanto la técnica que utiliza para saltar de unas escenas a otras, jugando con la cronología y con el paso del tiempo, como la técnica de describir todos los sentimientos acompañados de metáforas, sigue completamente el estilo al que me tiene acostumbrada. Puede que no tenga las tramas más complejas ni los giros argumentales más bruscos que hayáis podido leer, pero jugar con las emociones de los personajes para que calen en los lectores no es fácil y si leo a esta autora una y otra vez es sencillamente por lo que me hace sentir al leerla, por lo que me transmite con las palabras y por las reflexiones que me deja rumiando en la cabeza cada vez que cierro el libro para ponerme a otra cosa como al terminarlo y darle vueltas a los personajes que he conocido y con los que he aprendido a empatizar a base de pensamientos realistas y basados en experiencias de personas y profesionales reales. Destacaría en este sentido lo mucho que me ha hecho pensar en la importancia que tienen las influencias externas sobre los problemas que, a priori, son algo interno de la persona. No es que solo se traten en la novela el tema de la depresión o de las TCAs de forma directa, sino que también indirectamente podemos ver cómo el entorno de los personajes es fundamental, los apoyos que reciben y, al contrario, los pesos extra que tiene que soportar de las personas que se supone que tienen que hacerles la carga más ligera. Para mí ha sido una carretera con muchas curvas de sufrimientos pero bien asfaltada en la construcción de personajes y de su psicología, y sin saber realmente si el final me haría llorar después de haber jugado con mi corazoncito.

Dicho todo lo anterior, poco más que añadir, salvo que espero con ansia pero con paciencia lo próximo que quiera echarme a la cara Sonia Lerones, porque si tengo que esperar otros dos años para leer algo de esta calidad, tanto en fondo como en forma, pues me espero con tranquilidad. Reconozco que no había incluido esta novela nada más anunciarse su publicación por los dichos prejuicios, pero me decidí a preguntar directamente la temática y menos mal que la he leído nada más salir a librerías y sin dejar pasar el tiempo, porque ahora salgo mucho más convencida de que todo lo que escriba Sonia Lerones, independientemente del género o la temática concreta, va a ser una lectura para mí. Hay amistad, hay amor, hay recuerdos de tiempos mejores, hay mucha psicología emocional… Todo un viaje de sentimientos, buenos y malos, pero agradables de leer y de asimilar. Así que solo me queda recomendar muy fuerte esta historia por si no había quedado claro en las líneas anteriores, y en general, meteros las ganas en el cuerpo para que leáis a Sonia Lerones, con esta o con cualquiera de sus otras novelas.
Enlace: http://enmitiempolibro.blogs..
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